En los últimos 30 años, el brote de la industria mundial de turismo ha crecido a una tasa media anual del 7% en lo referido a llegadas y del 12% anual en función de los ingresos (Unctad), lo que muestra que ninguna actividad económica ha obtenido constantemente una tasa de crecimiento tan alta durante un periodo tan largo, produciendo  efectos multiplicadores y derivados, tales como: más empleo, creación de valor añadido e ingresos fiscales y atracción de inversiones y divisas.
Tomando en cuenta ese gran desarrollo turístico mundial, el Consejo Económico y Social (Ecosoc) recomendó a la Asamblea General de Naciones Unidas en el año 2003, acordar a la Organización Mundial del Turismo el estatuto de institución especializada del sistema de la ONU, conforme al artículo 57 y al párrafo 1 del artículo 63 de la Carta de Naciones Unidas.

“Conozca un país en ocho días” es la oferta que está perdiendo interés para los turistas de hoy, pues es mucho mayor el número de europeos y norteamericanos atraídos por itinerarios temáticos basados en turismo cultural, ecoturismo y agroturismo, y muchos países multiplican actividades para ingresar en esos sectores. En este campo Ecuador es un auténtico laboratorio vivo, pero su desafío radica en crear estrategias que den prioridad a la formación, al acceso a los mercados y a los capitales y a normas de seguridad. Todavía son los viajes organizados y las guías turísticas impresas los que proponen mecanismos para descubrir países pero, entre ellos, raros son los que proponen los medios más adecuados para descubrir la cultura y la economía de un país.

La oferta de ecoturismo y turismo cultural en Ecuador es tan extensa que puede satisfacer a todos los públicos, pero para que el desarrollo del turismo sea durable se precisa establecer mecanismos para privilegiar los beneficios económicos a largo plazo, creando una conciencia turística a la población y autoridades en general, sobre la excelencia de la actividad turística como instrumento eficaz en la lucha contra la pobreza, subrayando su importancia como motor de desarrollo debido a los aspectos sociales y medio ambientales que comporta, de ahí que conciliar los deseos de desarrollo con los imperativos medio ambientales debe ser en conformidad con los principios de la Cumbre de la Tierra, de Río, de 1992.
De aquí se desprende que para concretizar proyectos a mediano y largo plazo y poner en relieve las riquezas materiales e inmateriales del país, esta industria no puede solamente ser manejada por operadores de turismo sino que debe participar gente de diversas disciplinas, como antropólogos, historiadores, museólogos, arqueólogos, artistas, agrónomos, expertos en gastronomía local, etcétera, habida cuenta que el turismo no puede asimilarse a cualquier actividad comercial sujeta exclusivamente a criterios del mercado. Por otra parte, con la finalidad de incrementar recursos para restaurar y proteger monumentos patrimoniales, existe una ley que prevé importantes exoneraciones fiscales a las empresas privadas con miras a motivarlas a invertir en ese sector.

En pocos años, el turismo ha contribuido de manera considerable a crear una alianza entre el sector cultural y el sector económico, motivando a reforzar la identidad cultural y a modificar la percepción de la protección del patrimonio.