Luego de años de buscar ansiosamente el embarazo, muchas parejas superan esa frustración sometiéndose a técnicas de fertilización asistida. El 40 por ciento ya ha formado o aumentado su núcleo familiar.

Casi 27 años atrás, en 1978, el nacimiento de Louise Brown causó controversia y esperanza en el mundo entero. Se trataba de la primera ‘bebé de probeta’, que nació luego de que los doctores Patrick Steptoe y Robert Edwards desarrollaran una complicada técnica de fertilización in vitro (FIV).

Hoy, cinco años después de haber cruzado la barrera del siglo XXI, la esperanza en los avances de la ciencia se ha transformado en realidad (más de un millón de bebés nacieron gracias a esta técnica) y la controversia ha cambiado de eje (ya no se cuestiona la salud de estos bebés sino las posibilidades que se abren con la manipulación genética). Hoy también esa técnica de reproducción asistida -en la cual los espermatozoides y los óvulos se unen en el laboratorio para luego, si se cumple la fertilización, implantar el embrión en el útero- se ha transformado en un procedimiento de rutina y ha dado pie a otras numerosas y diferentes técnicas.

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En la inseminación artificial, el semen del varón (previamente tratado en el laboratorio para enriquecerlo) es inoculado directamente en el útero con una cánula. Como paso previo a este procedimiento -que puede realizarse con semen del varón de la pareja o con semen de donante-, se estimula la ovulación para incrementar las posibilidades de éxito. Otra técnica, la transferencia de gametos en la trompa de Falopio (GIFT), consiste en aspirar los óvulos del ovario, enfrentarlos a los espermatozoides y finalmente inyectarlos en la trompa de Falopio, lugar en que se produce la fecundación.

Otro procedimiento -de mayor complejidad-, la transferencia de embriones en la trompa de Falopio, es similar al GIFT pero con la diferencia de que la fecundación se produce en el laboratorio y los embriones son inyectados posteriormente en la trompa de Falopio. Por otro lado, la inyección intracitoplasmática de espermatozoides en óvulos es parecida al FIV pero aplicado a alteraciones masculinas. En esta técnica los espermatozoides elegidos son inyectados uno a uno en los óvulos aspirados. Este procedimiento, desarrollado en los últimos años, está especialmente indicado en aquellos hombres cuyo semen no contiene espermatozoides, ya sea por destrucción o ausencia de los conductos de salida.

Como complemento de algunas de estas técnicas se puede realizar el diagnóstico pre implantatorio y la eclosión asistida del embrión. El primero consiste en diagnosticar posibles alteraciones genéticas en el embrión -previo a la transferencia- en los casos de parejas portadoras de alguna enfermedad hereditaria. Con la segunda técnica, se debilita o agujerea la membrana que recubre el embrión para que este pueda eclosionar e implantarse en el endometrio sin dificultad.

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En estos 27 años se ha avanzado en el desarrollo de más y mejores técnicas de fertilización asistida, se ha mejorado la tasa de efectividad (40 por ciento), han disminuido los embarazos múltiples, los laboratorios se han especializado y se ha reducido y mejorado la medicación para estimular el ovario.