Marginada durante el primer mandato de su  marido, la primera dama de Estados Unidos, Laura Bush, de 58 años, ocupa desde hace algunos días la escena mediática gracias a declaraciones donde el blanco ha sido George W. Bush.

“Soy un ama de casa desesperada”, ironizó recientemente ante un grupo de periodistas, quejándose de un marido que se acuesta todos los días a las nueve de la noche.

“Yo le dije que si quiere realmente luchar contra la tiranía en todo el  mundo, debería quizá quedarse levantado hasta más tarde”, sostuvo, mientras su marido, el presidente, reía burlonamente a su lado.

Publicidad

“Yo sé pronunciar la palabra nuclear”, dijo con ironía, preguntándose cómo encontró a su marido, que no tiene reputación de un intelectual, cuando ella se pasaba en esa época 12 horas por día en una biblioteca. Además criticó la fama de peleador irreflexivo de su marido y la guerra en Iraq.

Todo el episodio fue cuidadosamente orquestado por la Casa Blanca. Las bromas fueron ideadas por el equipo  presidencial y el lugar elegido, la cena anual de los corresponsales acreditados ante la Presidencia, que garantizó gran difusión, en un intento por desviar la atención de un inicio de segundo mandato difícil para el  presidente republicano, cuyo nivel de popularidad cayó al 50%.