China implementa desde hoy nuevas normativas religiosas que según el gobierno protegerán la libertad de credos, sin embargo los críticos sostienen que podrían ser utilizadas para perseguir a sectas consideradas subversivas.

Las normativas tienen como propósito darle un marco legal a la promesa de libertad de religión, de acuerdo con informes de la prensa estatal.

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Bajo las leyes existentes, las autoridades comunistas permiten la práctica de cultos solo en iglesias, templos o mezquitas supervisados por el estado. Millones de creyentes asisten a servicios religiosos clandestinos, en general en casas privadas, pero pueden ser arrestados y hostigados.

China prohibió numerosas religiones o grupos espirituales, incluyendo al movimiento Falun Gong y a las iglesias leales al Papa. Controla también de cerca al budismo tibetano.

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A través de 48 artículos y siete capítulos especiales, las nuevas regulaciones sobre Relaciones Religiosas cubren todas las áreas, desde cómo algunas organizaciones pueden aceptar donaciones religiosas y reclamar descuentos impositivos, hasta cómo instituciones religiosas pueden aceptar estudiantes extranjeros, entre otros temas.