El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, que  falleció el lunes por la noche en Londres a consecuencia de una septicemia, era  una maestro de los juegos de lenguaje y un firme opositor al régimen de Fidel  Castro. 
 
Cabrera Infante, que vivía exiliado en Londres, murió a consecuencia de una  septicemia tras contraer una infección con "estafilococo al ser hospitalizado a  raíz de una caída", según informó este martes Gallimard, su editorial  francesa. 
 
El escritor nació el 22 de abril de 1929 en Gibara (provincia de Oriente,  Cuba). En 1941 se instaló en La Habana con sus padres. 
 
Empezó a escribir en 1947. Estudió periodismo y trabajó como crítico de  cine en la revista Carteles con el seudónimo de G. Gaín. 
 
El cine fue una de sus pasiones. Fue fundador de la Cinemateca de Cuba, que  dirigió de 1951 a 1956. 
 
Al triunfar la Revolución cubana, se convirtió en una de las personalidades  culturales del país. En 1959 fue nombrado director del Instituto de Cine y  dirigió asimismo la revista "Lunes de Revolución" hasta su clausura, en 1961. 
 
En 1960 publicó su primer título importante, el libro de cuentos "Así en la  paz como en la guerra". Siguieron las novelas "Vista del amanecer en el  trópico" y "Tres tristes tigres", obra galardonada con el premio Bibliteca  Breve en 1964 y con la que obtuvo reconocimiento en el mundo entero. 
 
En ella describe con el lenguaje dicharachero y chispeante que le es propio  las noches de La Habana, sus personajes, su música. 
 
En 1962 fue nombrado agregado cultural en Bruselas, donde vivió hasta 1965.  Ese año se estableció en Londres, tras un corto viaje a Cuba durante el cual  rompió los lazos con el gobierno de su país, del que desde entonces fue un  firme opositor. 
 
En el exilio siguió escribiendo obras en las que Cuba es omnipresente: "La  Habana para un infante difunto", "Delito por bailar chachachá", "Ella cantaba  boleros", "Mea Cuba", entre otros. 
 
En 1997 su obra coronada con el Premio Cervantes. 
 
"Nunca se fue verdaderamente de La Habana", dijo de él este martes Eduardo  Manet, escritor cubano que compartió con Cabrera Infante los años de juventud  en Cuba. 
 
Manet, que calificó a Cabrera Infante de "James Joyce caribeño", recalcó su  "trabajo fabuloso con las palabras". 
 
"Se esforzaba en hablar inglés como un lord, vivía en Londres, pero la  Habana alimentaba sus obras, nunca abandonó verdaderamente Cuba, siguió estando  en La Habana", agregó. 
 
"Cabrera Infante era el gran jugador de la palabra. No habrá otro que logre  hacer los juegos de lenguaje que él hacía. Porque su palabra tiene que ver con  su vida y con una época, los años 50 en Cuba", declaró, por su parte, la  escritora cubana exiliada en París Zoé Valdés. 
 
"Es una pena que haya muerto y no haya podido ver su país libre", dijo Zoé  Valdés a la AFP, al manifestar su tristeza por la muerte de su compatriota y  amigo. 
 
"Era un hombre muy generoso. Fue generoso conmigo, pero lo era con todos  los otros escritores. Esta es una cualidad que pocos escritores tienen",  afirmó. 
 
Zoé Valdés lamentó asimismo que Cabrera Infante no haya podido ver la  película "La ciudad perdida", que el cubano-norteamericano Andy García acaba de  realizar basándose en un cuento de él.