Once niños de comunidades nativas de la selva del norte de Perú murieron de rabia tras ser mordidos por murciélagos vampiro sedientos de sangre.
 
Los ataques de estas criaturas, normalmente apacibles según algunos expertos, ha hecho que algunos nativos abandonen sus hogares en la provincia de Condorcanqui, cerca a la frontera con Ecuador. Sin embargo las autoridades peruanas aseguraron que el brote está controlado.
 
"Por supuesto la gente se asusta. La gente está abandonando temporalmente sus casas para ir al monte" las montañas, dijo el vicepresidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana, Shapiom Noningo.
 
Luis Suárez, director general del departamento de epidemiología del ministerio de Salud, dijo a Reuters que se produjeron dos brotes en lugares diferentes, uno entre septiembre y octubre cuando tres niños murieron y otro en noviembre cuando ocho fallecieron.
 
"Todos tenían menos de seis años", aseguró Suárez. Un total de 1.101 personas han sido mordidas --el último en diciembre-- y ya han recibido sus vacunas contra la rabia, algunas dosis fueron traídas desde Argentina y Ecuador.
 
Los murciélagos vampiro --que sólo viven en América Latina-- sólo consumen sangre y molestan a los humanos cuando no encuentran a animales, pues mueren si dejan de alimentarse por dos días.
 
Pese a su mala reputación, Merlin Tuttle, un experto estadounidense, aseguró que los murciélagos vampiros son dóciles y fáciles de domesticar y no deben ser satanizados.
 
Los vampiros evitan la luz del día y muerden sigilosamente a humanos dormidos en sus cabezas o pies. Curiosamente desarrollan gusto por la sangre de una persona en particular.
 
Noningo dijo que 10.000 personas viven en este valle, pero hay al menos 2.500 personas habitando las áreas más afectadas, hogar de las comunidades nativas Huambisa y Aguaruna.