Denisse Ortega Mercado, de 26 años, abanderada del colegio Santo Domingo de Guzmán en 1997, además de tener las mejores notas en el plantel, tomaba clases de danza, deportes, inglés, francés y chino. Para ella nada era difícil, hasta que ingresó a trabajar en la Corporación Aduanera Ecuatoriana.

Ingeniera comercial de profesión, ella fue parte de un grupo de jóvenes que ingresó como “la nueva generación” de la aduana.

A los 19 años era asistente del gerente distrital del puerto, lo cual la hizo blanco de intentos de soborno.

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“Todo se manejaba con coimas, corrupción. Se cree que si tu entras a la aduana es para robar”, explica.

“Me tocó tener en mis manos dinero, me acuerdo que eran 1.200 dólares cuando todavía no estábamos dolarizados. Un hombre me dijo, tenga y haga que me firmen este papel”, indica. Ortega dice que lo denunció a su jefe.

“Si no tuviera valores morales bien inculcados, hubiera caído”, agrega, “esto no se aprende en el colegio, solo la vida te enseña a tener la conciencia tranquila, y no te da chance a equivocarte”.

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Ortega decidió quedarse en la aduana porque estaba en una etapa de transición. “Han pasado 6 años y la aduana no ha cambiado completamente, pero sí ha dado un giro, y me siento bien de ser parte de este cambio. Yo no me iba a dar por vencida”, dice.