Joan Turner, la viuda de Víctor Jara, dijo que se tardó 31 años "en conocer la verdad" sobre quién mató al cantante chileno en el estadio que este viernes lleva su nombre, comentó en una entrevista aparecida este viernes en El Periódico de Cataluña.
Cuando nadie lo esperaba, el juez Juan Carlos Urrutia anunció que el teniente coronel Mario Manríquez Bravo fue "el amo y señor del Estadio Nacional, donde tras el golpe militar del 11 de marzo de 1973 funcionó una enorme prisión a cielo abierto, con miles de cautivos", recordó el diario.
La viuda de Jara confiesa que el anuncio "la tomó por sorpresa" y dijo que el trabajo detectivesco fue "de hormiga".
"Poco a poco pude localizar a muchos de los que habían estado junto a Víctor hasta el último momento, a los pobladores que encontraron su cuerpo cerca del cementerio: ellos me lo contaron todo, pero cuando les preguntaba si podían dar su testimonio ante un juez, se negaban", recordó.
A Víctor (Jara) lo mataron "en el mismo estadio, en uno de sus subterráneos" y su cuerpo fue "dejado en la entrada del estadio para que los prisioneros lo vieran".
Jara murió el 15 de septiembre "y no el 14", según comprobaciones citadas por Joan Turner, quien luego relató cómo llegó a sus manos el último poema de su esposo.
Fue escrito en condiciones terribles y en uno de cuyos pasajes se refiere a "un golpeado como jamás creí se podría golpear a un ser humano".
El cantante lo escribió en el estadio, "en pequeños trozos de papel que salieron en los calcetines de un prisionero", luego descubiertos por los militares, pero "por suerte, la gente que estaba con él se lo había aprendido de memoria", relató.
El texto llegó a sus manos después que se fuera "armando por partes. Antes de abandonar Chile, una persona me llamó por teléfono y me dijo que tenía el poema. Tratamos de concertar varias citas pero nunca pudimos. Después, estando en Londres, un texto llegó a mis manos desde Francia", explicó.
El poema fue una suerte de escritura colectiva que "con los años me fueron llegando diferentes versiones", dijo.
"Las palabras se salvaron gracias a los que velaron por su memoria (...) porque cuando lo escribió ya lo habían golpeado salvajemente, tenía la cabeza ensangrentada", destacó.
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Actualmente el estadio se llama Víctor Jara y junto a una de las puertas, por la misma en la que lo arrojaron muerto, hay una placa con el poema. "Que extraña coincidencia ¿no?", concluyó.