Habla de García Márquez, el Nobel de Literatura colombiano 1982. Pero no  elogia sus libros; por el contrario, confiesa  que no los ha leído. Y pese a ello, la intérprete  ecuatoriana Patricia González tiene anécdotas junto al  celebrado autor. Una de ellas ocurrió  cuando  hace años Gabo le dijo, señalándose el oído:
“Oye, Patricia González, a ti siempre te tengo aquí”. Y ella le contestó: “Qué pena que no te pueda decir que te tengo aquí –y se señaló los ojos– porque no leo”.

La declaración, lejos de molestarle, le causó gracia a García Márquez, quien elogió   la sinceridad de la cantante (le dijo el escritor que casi todos no dejan de hablarle de los libros suyos que han leído) y en homenaje a ella le regaló Cien años de soledad, su obra cumbre, en un empaste muy especial, pese a la certeza, le aclaró, de que ella nunca la leería. Y así ha sido, confirma Patricia. Se confiesa una mujer de pocas lecturas. “Me quedé en la etapa de la Pequeña Lulú”, refiere con naturalidad.

Publicidad

Pero que no lea no significa que no se interese por los libros. Cuando sale uno del que se habla bastante, afirma, se preocupa por escuchar cuál es el comentario. Escuchar. Esa es la palabra clave para la artista. La voz, los sonidos, son su señal de identidad.

Cuando quiere aprenderse una canción, prefiere oírla a leerla y cuando desea enterarse de qué informa la prensa, pide a alguien que se la lea. No es vagancia, argumenta, sino problemas de dislexia.

Publicidad

Refiere que para componer canciones hay que tener lecturas; pero a ella la composición nunca le ha interesado. “El que nace compositor es compositor. Y el que nace cantante es cantante”, sentencia. Ella se ubica en esa última categoría: una intérprete que después  de tres décadas de trayectoria sigue vigente, gracias al público, señala.

No se considera una diva, incluso odia la palabra, sino una persona con un talento que no tienen otros y que lo ha cultivado con trabajo y dedicación. Con su talento, dice, más que lujos o bienes, ha logrado cultivar un público que la quiere y respeta. Un público que, manifiesta con orgullo, “ya quisieran tener los políticos. Esos sí hasta pagan por tenerlo”.

Y es con su público que en julio del 2005 planifica festejar sus 35 años de carrera musical. “Ojalá fueran de edad, carajo”, comenta entre risas La González, como también la conocen, que tiene 61 años y es de signo Tauro, lo  que menciona a menudo mientras conversa (“como buena Tauro”, “soy bien Tauro”.)

La intérprete de Ojalá que te mueras, En un rincón del alma y La torre no actuará más en Guayaquil sino hasta esa fecha. Por este motivo, la cena-show que brinda hoy, a las 20h30, en Amnesia Café Concert (Av. de las Américas), es una especie de despedida. “De allí me guardo”, afirma. El próximo 26 de diciembre viajará a Buenos Aires, donde grabará el  disco  Mi tributo a Chabuca Granda, a quien nombra como su compañera del alma. Cantará en compañía de Lucho González, quien fue guitarrista de la cantautora peruana.

Incluirá los temas menos conocidos de Chabuca Granda, entre ellos Libertador,  dedicado a Simón Bolívar; Quizá un día y uno que le gusta mucho, Sonreía: “Mis lágrimas corrían por la almohada y no es que se me escapan, no lloraba, sonreía, sonreía, a lágrima viva, sonreía...”.

Son 29 discos los que ha producido. Cuenta que al inicio los vendía en una camioneta. Ahora los comercializa en sus shows. Y aunque sus canciones no suenen con frecuencia en las radios, está segura de que la gente sabe que existe o  de que ese o aquel bolero lo canta ella. Incluso en el último libro del escritor colombiano Germán Castro Caycedo, la protagonista escucha las canciones de Patricia González. Un signo de que su voz es ya patrimonio popular.