Los síntomas son variados y el origen no se conoce, pero no tiene relación con el nivel del coeficiente intelectual, que suele ser normal.

Los trastornos llamados dislexia y dispraxia no son muy conocidos entre la población y, sin embargo, se estima que entre un 10 y un 15 por ciento de los niños y adultos sufren estos problemas. La causa por la cual hay falta de conciencia y de diagnóstico está relacionada con que, muchas veces, estas afecciones se confunden con deficiencia intelectual, desgano o alguna alteración emocional, cuando en realidad nada tiene que ver con eso. La dislexia es el problema para aprender a leer que presentan niños cuyo coeficiente intelectual es normal y no presentan otros problemas físicos o psicológicos que puedan explicar tal dificultad. La dispraxia verbal, en tanto, afecta el área del habla de modo que las personas saben lo que quieren decir pero son incapaces de controlar los músculos que necesitan para hacerlo y tampoco pueden lograr la secuencialización correcta de los sonidos.

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Si bien existen diferentes clasificaciones de este trastorno -dislexia fonémica, superficial, semántica, evolutiva o profunda-, las más corrientes y aceptadas internacionalmente son la dislexia adquirida y la específica del desarrollo. La primera responde a daños cerebrales que pudieron ser causados por traumatismos graves tanto psicológicos como físicos y, por lo general, las aptitudes perdidas son irrecuperables. La dislexia del desarrollo, en tanto, no muestra signos directos o indirectos de daño cerebral y las dificultades aparecen en la medida que comienza el proceso de enseñanza y se puede revertir.

Los síntomas son casi iguales y van desde problemas para leer y deletrear palabras largas y poco comunes hasta complicaciones para reconocer las letras del alfabeto, las palabras pequeñas como "a", "es", "de", "para"; es decir, no registran bien las palabras de función. La mayoría no puede leer bien en voz alta o no comprende lo que ha leído.

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La dispraxia, en tanto, se manifiesta de forma que la persona, cuando desea decir una frase, dar una respuesta o hacer una pregunta, emite otra distinta; es decir, comete errores que no puede controlar. Se trata de un trastorno del habla que no implica para nada un bajo nivel de coeficiente intelectual. El problema aparece únicamente al expresarse y quienes lo padecen saben perfectamente lo que quieren decir pero no pueden. Las causas tampoco están claramente establecidas, aunque la mayoría de los especialistas coincide en que sería consecuencia de una inmadurez en el desarrollo de las neuronas, ya que en muchos casos no hay señales de lesión cerebral alguna. La gravedad del problema está dada por la falta de diagnóstico temprano -al igual que en la dislexia- y por la mala influencia o falta de comprensión que pueden ejercer padres, familiares y educadores, muchas veces por desconocimiento.

Para informarse más sobre este tema, vea Alternativas para chicos, el sábado 4 de diciembre a las 5 p.m. en Discovery Health.