Semanas después de la reelección del presidente  George W. Bush, la discusión en torno al aborto se reavivó en Estados Unidos con la aprobación en el Congreso de una medida que exime a los hospitales de la obligación legal de ofrecer el servicio de interrupción del embarazo.

La medida fue observada por sus opositores como el inicio de una campaña de la mayoría republicana para revertir el fallo de la Corte que legalizó el aborto.