Tiene un contacto muy fuerte con su niña interior. Los recuerdos de su infancia son su tesoro. Su vida.  Son pasajes diarios que llegan a su memoria con facilidad y –con facilidad– los plasma en el papel.

La escritora ecuatoriana Leonor Bravo Velásquez empezó a escribir a los 20 años. Ahora tiene 50 y continúa haciéndolo con la misma pasión.  Ella es menuda, blanca, de pelo ensortijado y guarda casi siempre en su bolso alguna historia que narrar.  Ha creado ocho cuentos infantiles y  textos con materiales educativos que no logra cuantificar.

En su lista de literatura infantil se encuentra Sueña, que escribió en una sola noche hace dos años. Es el primer cuento de autora ecuatoriana con sistema braille que el Municipio de Guayaquil publicó el jueves pasado. Otro que dará a conocer –el próximo 25 de noviembre– se titula: La biblioteca secreta de La Escondida.

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Pregunta: A usted le gusta escribir cuentos para niños, ¿tal vez fue muy traviesa de pequeña?
Respuesta: Sí, pero más que traviesa fui muy preguntona. Por eso mi segundo libro lo titulé ¿Y ahora qué hiciste Valentina?. Se lo dediqué a mi hijo, Jerónimo, y a mis sobrinos.

P: ¿Y ahora qué hiciste?, es una frase muy común que escuchamos de chicos, ¿qué travesura recuerda de su infancia?
R: Cuando tenía 4 años, mi papá, quien se desempeñaba como veterinario, siempre guardaba pastillas. Recuerdo que a mí gustaba mucho el Alka-seltzer por la efervescencia que hacía, pero nunca mi padre me daba. 
Entonces, un día encontré una pastilla de cuajo para hacer queso que también es efervescente y me la tomé. Al minuto estuve echando espuma por la boca.

P: ¿La magia forma parte de su literatura?
R: Sí, porque me formé con cuentos de hadas. Los primeros que mi madre, Ela, me contó fueron los de Andersen, como El patito feo y el que más me marcó: La Fosforerita, que narra la historia de una niña pobre que quemaba fósforo en la nieve mientras que dentro de las casas se celebraba Navidad.

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P: Y El principito, de Antoine de Saint-Exupéry...
R: Es una gran lección de vida. Todos hemos amado ese libro que se puede volver a leer en cualquier momento y siempre te llega al alma.

P: Con su libro en sistema braille, Sueña, ¿qué mensaje recibe un niño ciego?
R:  Es una poesía en la que trato de decirles a todos los niños que deben creer en sí mismos y así todo se hará realidad. Pero deben de desearlo con fuerza. El poder llegar a esos pequeños es el regalo más hermoso que he recibido.

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P: ¿Es la primera vez que trabaja con niños ciegos?
R: No. Hace tres años escribí el libro Una amistad para siempre, con el que traté de acercarme a la percepción del mundo de un ciego.

P: ¿Cómo logró hacerlo?
R:  El libro es la historia de una niña ciega que le pide a un hada tres deseos: comunicación con los demás, cómo hacer para no sentirse sola y ver. Entonces, la pequeña logró ver por una noche.  En el texto intento explicar cómo son las cosas, tomando como referente cercano al cuerpo.  La niña vio montañas y yo describo que estas tienen formas de sus rodillas dobladas. Que los árboles se parecen al pelo de su papá y que las mandarinas tienen un color calientito... Para mí trabajar con ciegos es como entrar a otro universo.