A las 16h30, diputados de Ecuador, Colombia y Perú se reunieron en el Hotel Oro Verde. En las declaraciones coincidieron en que un tratado con EE.UU. podría convertirse en una oportunidad para las exportaciones y la inversión extranjera. Sin embargo, advirtieron, es necesario tomar en cuenta a los sectores sensibles.
La firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) de EE.UU. con Colombia, Ecuador y Perú, no significa que está aprobado y tampoco que entrará en vigencia de forma inmediata, pues los congresos de los cuatro países tendrán la última palabra.
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Según el negociador ecuatoriano, Cristian Espinosa, el objetivo es que el TLC entre en vigencia en enero del 2006. Pero para que se cumpla esa meta, los gobiernos deberán asegurarse el apoyo de las mayorías legislativas.
En Colombia, el Tratado llega a una comisión del Senado especializada en comercio exterior, que elabora un informe para ser debatido en cuatro sesiones del Congreso. “Con 54 votos sería suficiente”, afirma la congresista colombiana Alexandra Moreno, quien no prevé una mayor oposición. “Seguramente va a pasar, porque el Gobierno (de Álvaro Uribe) está trabajando en la reelección. La oposición es pequeña”, agrega.
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El ministro de Comercio colombiano, Humberto Botero, se muestra más prudente.
“Aún estamos lejos de ese momento (de discusión en el Congreso)”, señala, aunque advierte que en los planes del Gobierno el acuerdo ya debería estar firmado en mayo próximo. “A priori, el Gobierno no cuenta con el voto de nadie”, dice.
En Perú, el mal momento del presidente Alejandro Toledo no sería decisivo cuando el TLC llegue al Congreso, según Aurelio Pastor, presidente de la Comisión de Constitución y diputado del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana). “Yo soy de la oposición, pero veo que el criterio político es que a pesar de las diferentes posiciones no se pone en tela de juicio el Tratado”, asevera.
El diputado Luis Ibérico, del Frente Independiente Moralizador (FIM), aliado de Toledo, explica que el Congreso está tan dividido en partidos y pequeños movimientos que los segmentos que cuestionan la política económica oficial no tienen fuerza para imponer sus tesis, aunque los impactos laborales, ambientales y en la agricultura podrían ser tener un tratamiento especial en el debate.
Para la aprobación del acuerdo, en Perú se necesita una votación simple. “Con 60 votos, el TLC pasa”, indica.
En Ecuador, los cálculos políticos pasan por la mala relación del presidente Lucio Gutiérrez con las bancadas que tienen mayor influencia: el Partido Social Cristiano (derecha), la Izquierda Democrática (centro) y Pachakutik (izquierda). A ello se suma la poca vinculación de los diputados en la estrategia ecuatoriana para negociar el TLC.
El presidente del Congreso, Guillermo Landázuri, sostiene que “la responsabilidad es del ejecutivo” y que el equipo negociador debe asumir los riesgos y beneficios del acuerdo, que para ser ratificado necesita mayoría simple.
La cita de Guayaquil fue la primera a la que asistieron los legisladores ecuatorianos, que han participado -hasta el momento- en dos talleres sobre el TLC organizados por las autoridades de comercio.
En el caso de que se llegue a suscribir un texto final con los tres países andinos, EE.UU. también deberá someterlo a consideración de su Congreso. Tiene la ventaja de que en las negociaciones solo trató los temas previamente autorizados por los legisladores.