Las ventajas arancelarias que Estados Unidos otorga unilateralmente a algunos países latinoamericanos, aunque son aparentemente beneficiosas, en realidad les perjudican, dijeron este martes funcionarios del FMI y el Banco Mundial.
 
Los programas de preferencias arancelarias, como los que disfrutan América Central, el Caribe y los países andinos, les permiten exportar a EEUU algunos productos en condiciones más ventajosas, pero el problema es su carácter unilateral, según Caglar Ozden, un economista del Banco Mundial.
 
Washington tiene "control total" sobre el programa y puede eliminarlo en cualquier momento, presionado por las empresas nacionales y por razones políticas, una decisión que el país receptor debe aceptar sin rechistar, explicó Ozden en una conferencia celebrada hoy en el Fondo Monetario Internacional (FMI).
 
"Esta incertidumbre retrasa o evita la inversión" en los sectores que se benefician del mayor acceso al mercado estadounidense, dijo.
 
Esta es una opinión que comparte el FMI. El director de su Departamento para América Latina, Anoop Singh, destacó el carácter "caprichoso" del sistema por su dependencia total de la voluntad política del país que otorga los beneficios.
 
Estas ventajas aduaneras "saben bien cuando se negocian, pero después causan indigestión", sentenció Hans-Peter Lankes, jefe del Departamento de Elaboración de Políticas y Revisión del FMI.
 
Tras analizar la experiencia de 154 países en desarrollo que disfrutaron de este acceso preferencial a EE.UU. y otras naciones ricas desde 1976, Ozden concluyó que a sus economías les fue mejor tras suspenderse esas ventajas.
 
En su estudio, el economista del Banco Mundial citó el ejemplo de Chile, una parte de cuyas exportaciones pagaron menos aranceles en las fronteras estadounidenses hasta 1988, cuando Washington canceló el programa por las violaciones a los derechos de los trabajadores cometidas por el régimen de Augusto Pinochet.
 
Tras su suspensión, el gobierno de Santiago redujo sus propias tasas aduaneras para abaratar las importaciones de insumos para sus productores y compensar por la pérdida del beneficio otorgado por EE.UU.
 
La reacción de Chile no es extraordinaria. Ozden indicó que los países que disfrutan de ventajas unilaterales liberalizan menos su comercio, lo que al final perjudica a su economía.
 
Por ello, el funcionario del Banco Mundial recomendó a los países en desarrollo no pedir ventajas unilaterales de las naciones ricas, sino defender sus intereses en el marco de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para la reducción de barreras aduaneras a nivel global.
 
Sin embargo, gran parte de los países latinoamericanos se concentran actualmente en una ruta alternativa: firmar acuerdos bilaterales de comercio con EE.UU. que cimenten las preferencias arancelarias de las que gozan e impidan su eliminación unilateral.
 
También existe otro estímulo: no quedarse atrás en relación a sus vecinos, según Lankes, que basó esta conclusión en un estudio realizado por John Romalis, un economista de la Universidad de Chicago.
 
Romalis explicó en la misma conferencia del FMI que gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que entró en vigor en 1994, Canadá ha aumentado en un 5 por ciento su cuota del mercado de importaciones de EE.UU., mientras que el de México lo ha hecho en un 14%.
 
Pero un 30 por ciento de ese crecimiento conjunto se debe a que los productos de ambos países han desplazado a los de otras naciones que los fabrican a menor coste, pero que tienen que pagar más tasas aduaneras que ellos.
 
Entre los países afectados están los centroamericanos y el Caribe, de ahí su interés por un tratado de libre comercio con EE.UU.. Honduras, Nicaragua, Costa Rica, El Salvador, Guatemala y República Dominicana ya han firmado uno, pero aún debe ser ratificado por las respectivas legislaturas.
 
A su vez, "negociar un acuerdo con Estados Unidos es más importante para Perú y Colombia después del acuerdo centroamericano", dijo Lankes, por el miedo a verse perjudicados.
 
Esos dos países, junto a Ecuador, y con Bolivia por ahora como observador, están inmersos en conversaciones con Washington para lograr un acuerdo que esperan conseguir en febrero.