Indígenas y activistas marcharon este martes en varias capitales de Latinoamérica denunciando el exterminio que siguió a la llegada de los españoles el 12 de octubre de 1492, mientras en Caracas un grupo derribó una estatua de Cristóbal Colón y en Argentina se propuso cambiar la denominación de "Día de la raza" por "Día del Encuentro de Civilizaciones".
La estatua de Colón fue derribada por manifestantes que acusaron al marino genovés de iniciar el genocidio de indígenas en América Latina, tras realizarle una especie de "juicio público" cubierto por la televisión.
El juicio se realizó en el Paseo Colón de Caracas, ubicado en una populosa plaza al noreste capitalino, en medio de los actos del "Día de la Resistencia Indígena" que se conmemora en Venezuela desde hace tres años.
"El 12 de octubre no hay nada que celebrar. Es mentira que hoy es el Día del Descubrimiento de América", aseguró el presidente venezolano Hugo Chávez respecto a la fecha en años anteriores.
En Argentina, comunidades indígenas de distintas regiones realizaron actos y marchas el lunes 11 para recordar "el último día de libertad de los pueblos originarios de América".
Mientras, la secretaría de Derechos Humanos propuso al gobierno argentino instrumentar el "Día del Encuentro de Civilizaciones" en vez del "Día de la Raza", celebrado desde 1917.
"Sin desconocer la importancia de la integración de América al mundo que implicó la llegada de los navegantes" españoles, "no puede negarse la existencia de culturas milenarias de los pueblos originarios" que "enriquecieron el acervo cultural de la humanidad", sostuvo el secretario Eduardo Luis Duhalde.
En México un centenar de personas, incluyendo indígenas provenientes de los estados de Chiapas (sur), Oaxaca (sureste) Guerrero (sur) y Michoacán (oeste), marcharon por la capital.
La marcha -que contó con el despliegue de 3.500 policías- realizó un alto en el monumento a Cuauhtémoc (1496-1525), el último soberano azteca al que le tocó enfrentar la llegada de los españoles.
Colombia también tuvo su manifestación. Con su bastón de mando, Feliciano Noscué, miembro de la guardia indígena, marchó a la cabeza de un movimiento de resistencia pacífica para denunciar el exterminio de que son víctimas los aborígenes de Colombia en medio del conflicto armado.
Apretando fuerte su arma -un trozo de madera del que cuelgan cintas rojas, verdes y blancas- dirigió firme su mirada hacia al frente y avanzó por la amplia y concurrida avenida de Bogotá que conoció tras dejar por primera vez su comunidad, en el norte del departamento de Cauca, para unirse a la jornada de protesta de la que participaron kankuamas, arhuacos, koguis, wiwas, emberas, huitotos, ingas, nasas, zenúes, pastos, uwas y guambianos, provenientes de sus respectivas comunidades.
"El rojo simboliza la sangre de nuestros líderes muertos a manos de los violentos, el verde la naturaleza que queremos conservar y el blanco la paz que anhelamos", explicó Noscué a la AFP.
Mientras, decenas de representantes de grupos étnicos marcharon en Honduras contra la exclusión social.
"No a la exclusión, si a la equidad", "respeto a nuestros derechos", decían pancartas que llevaban los indígenas y negros que caminaron desde el frente del edificio del congreso, en el centro de Tegucigalpa, hacia la Casa de Gobierno.
En Chile, unos 4.000 indígenas mapuches habían marchado el lunes en el centro de Santiago en protesta por la celebración del Día de la Raza, que recuerda la llegada de Colón a América.
Ataviados con vestimentas originales y acompañados por instrumentos autóctonos, los manifestantes recorrieron sin incidentes la principal Alameda de la capital chilena, entre la Plaza Italia y el Cerro Santa Lucía (ex Huelén).