El pasado lunes, a las 20h00, se inició el Festival Internacional de Coros
‘El canto coral hermana a los pueblos’, que organiza el director del coro de la Universidad de Guayaquil, Enrique Gil Calderón. Actuaron en la apertura los coros de las universidades Católica de Guayaquil, Federico Santa María de Valparaíso, Chile; y Nacional de Loja.
El coro de la Universidad Católica de Guayaquil presentó un programa compuesto por cuatro obras.  Los otros dos grupos,  el chileno y el lojano,  ofrecieron repertorios de más de diez canciones.

Este es el vigésimo sexto año que se realiza el   Festival Internacional de Coros ‘El canto coral hermana a los Pueblos’,  en la ciudad.  En esta ocasión participan agrupaciones  de Cuba, Chile, Venezuela, Perú, Colombia y Ecuador.

La sede principal del encuentro, que se desarrolla a las 20h00, es el Teatro Centro de Arte de la Sociedad Femenina de Cultura (km 4½ vía a Daule). Los recitales se extenderán hasta este sábado 7 de agosto. Las entradas tienen un valor de $ 2 diariamente, menos el sábado que costarán $ 5 porque interviene el coro anfitrión con su repertorio completo,  además de todos los coros que actuaron en el transcurso de la semana, con dos temas cada uno.

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Los cuerpos vocales también ofrecen funciones gratuitas esta semana en otros escenarios: Alianza Francesa de Guayaquil, algunos CAMI (Centro de Atención Municipal Integral), facultades de la Universidad de Guayaquil, Parque Histórico y Plaza de Artes y Oficios (antiguo Centro Cívico). Estos recitales se desarrollan en la tarde y están dirigidos al público estudiantil.

Una vez más  Guayaquil inició su mayor encuentro de coros anual.  La noche del pasado lunes comenzó la vigésimo sexta edición del Festival Internacional de Coros El canto coral hermana a los pueblos.  Las voces de los coros  de las universidades Católica de Santiago de Guayaquil; Federico Santa María, de Valparaíso, Chile;  y  Nacional de Loja,  llevaron al público por un recorrido musical que integró diversas épocas,  géneros,  nacionalidades  y autores,  durante alrededor de dos horas y media.

A la hora prevista,  20h00,  y con una cantidad de público que llenaba  el Teatro Centro de Arte, el coro de la Universidad Católica de Guayaquil subió al escenario para entregar un pequeño repertorio.  Bajo la dirección de Ekaterina Poukhiria cantó   cuatro obras;  entre ellas, Mr. Jones,  del argentino Charly García, y la  tradicional mexicana anónima La Adelita, con un trabajo técnico de nivel medio. 

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Luego estuvieron en el tablado los integrantes del coro de la Universidad Santa María de Valparaíso,  Chile,  que dirige Eduardo Silva.  Por el contrario del primer cuerpo vocal,  este ofreció un programa  amplio,  compuesto por catorce canciones.

A pesar de demostrar su buen nivel  en cuanto a la afinación y al ensamble vocal,  el repertorio que presentó el grupo fue lineal.  Ocho de las canciones que interpretaron fueron de la autoría de  John Lennon y Paul Mc Cartney.  Ya a la tercera de ese grupo de melodías,  los aplausos resultaron sin mucha calidez.

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La  conexión entre los espectadores y los cantantes surgió en la antepenúltima canción,  un spiritual titulado Wade in the water,  en el  que intervino una solista soprano que formó un puente con el público por su amplio registro y su desenvolvimiento escénico.

Con los nervios aparentemente diluidos,  los chilenos cantaron dos spirituals más: Old time religion,  en el que actuaron dos solistas,  un tenor y un bajo; y Elijah rock,  en el que intervino la misma solista de Wade in the water.

Tras la última pieza la gente fue poniéndose de pie,  para agradecer a este coro,  que  ofreció una obra más,  por la positiva respuesta final.

Luego de esta  actuación hubo un receso que duró alrededor de quince minutos.  
En los corredores el ambiente fraternal de los coristas se sentía latente,  mientras que una parte del público se retiraba del sitio. Cuando finalizó la pausa,   la sala no volvió a llenarse con la cantidad de gente con la que inició la velada.

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El coro de la Universidad Nacional de Loja, que dirige Luis  Morocho, cantó para un público formado mayoritariamente por coristas de otros grupos. Este conjunto se desenvolvió bien a nivel técnico,  pero no evidenció mucho trabajo de matices. En las piezas nacionales,  que ocuparon la mayor parte de su programa,  demostró mayor destreza;  sin embargo,  no hubo puntos del todo fuertes en el recital.  Interpretó, entre otras obras, Matona mía cara,  de Orlando De Lassus (Italia);  Despedida,  pasillo ecuatoriano  de Gerardo Guevara; y  La toronja y el limón,  tonada ecuatoriana de Gerardo Guevara.