Todas las víctimas pertenecían a la pandilla juvenil Mara Salvatrucha (MS). Algunos fallecieron calcinados, mientras que otros por intoxicación al inhalar el humo.

Más de veinte fueron llevados a hospitales de la zona con quemaduras en la mitad del cuerpo y se teme que el número de muertos aumente.

“Cuando desperté la celda estaba en llamas. Tratamos de forzar la puerta que estaba con llave, pero los policías disparaban y se reían”, afirmó Javier Pineda, de 20 años, uno de los sobrevivientes ilesos.

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“Les gritábamos (a los policías) que nos abrieran el portón, que nos estábamos ahogando y quemando, pero no nos ayudaron”,  dijo Elvin Hernández.

Aunque las autoridades alegan que la causa del fuego fue un cortocircuito, para algunos miembros de las maras 18 y Salvatrucha-13, el incendio es parte de una estrategia de eliminación a largo plazo que comenzó el año pasado con la ley federal antipandillas, que castiga hasta con diez años de cárcel a los pandilleros de la MS y de la Mara 18 (M-18), razón por la que han prometido vengarse.

Un incendio similar que se produjo hace un año en la cárcel de La Ceiba, cerca de allí, mató a 70 pandilleros de las maras. Al igual que el lunes, solo quemó un sector de celdas que albergaba a los integrantes de estas pandillas.

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Autoridades de justicia de Honduras advirtieron hace meses que el Centro Penal de San Pedro Sula era una bomba de tiempo por sus viejas instalaciones y el hacinamiento, pues celdas para 15 y 20 reos albergan más de un centenar de presos, provocando ataques sexuales y un alto consumo y tráfico de drogas.