A media hora de que el grupo ecuatoriano Cruks en Karnak hiciera su presentación en el coliseo Rumiñahui, la noche del pasado sábado, sus integrantes no habían recibido el pago de los empresarios organizadores del concierto, en el que también estaba previsto que se presentara el rockero argentino Fito Páez.

A las 20h15, la agrupación La Traba inició el espectáculo mientras tres policías acompañaban a los camerinos a Diego Jara, representante de Cruks en Karnak.
Allí, Sergio Sacoto y Andrés Sacoto, vocalista y bajista del grupo, respectivamente, estaban tensos; habían realizado las pruebas de sonido a las 19h30, en presencia de los espectadores, que estuvieron impacientes luego de esperar cuatro horas antes de que se les permitiera ingresar al coliseo, a las 19h00.

Publicidad

Iván Manzano, Pierreluigi Barberis, María Isabel Logroño y Carmen Cedeño, un grupo de amigos, hicieron fila desde las 16h00 en las afueras del coliseo; estaban molestos porque el concierto se había cancelado el día anterior y sabían, además, que el jueves pasado, en Guayaquil, hubo problemas con la organización del espectáculo.

“Venimos para apoyar el talento nacional” dijo una de ellas; otro sostuvo “también por Fito”. Aunque cuando compraron las entradas, la oferta musical incluía a la banda chilena La Ley, que impidió que esta última se presentara debido a la cancelación del recital el pasado viernes.

Publicidad

Dos personas con un boleto fue la compensación de los organizadores para el público quiteño. En el camerino, indignado, Sergio Sacoto dijo que la empresa extranjera que organizó el evento “vino con la idea de que somos relleno. Ha sido maltrato tras maltrato”.

“No necesitamos demostrarle nada a nadie, peor a gente de afuera. Venimos a tocar porque la gente que esperó ayer se lo merece”, reclamó Andrés Sacoto, “nunca nos sentimos así desde que éramos muchachos”. Faltaban cinco minutos para el turno de Cruks, cuando mediante un contrato firmado entre los organizadores y Diego Jara, en presencia de la Policía, se arregló el pago: un camión.

Ramiro Córdova Muñoz, empresario ecuatoriano, socio de la empresa colombiana organizadora, sostuvo que el retraso del concierto en Guayaquil obedeció al clima y no quiso dar detalles sobre la inusual forma de pago a los ecuatorianos. Cuando, finalmente, Cruks en Karnak salió al escenario, bastaron dos canciones para que alrededor de seis mil espectadores se contagiaran del ímpetu de la banda.

De regreso al camerino, los ánimos se habían calmado y era el turno de Fito Páez, quien llegó directamente del hotel al escenario. El rockero argentino cumplió con su show, que tuvo de todo, desde momentos de interrelación activa con la gente hasta reclamos por el sonido.

Cruks colocó, improvisadamente, a Cristian Valencia frente a la consola porque en las pruebas de sonido los operadores no lograron ajustar los niveles adecuados. Édison Alvis, empresario colombiano organizador del evento, no apareció durante todo el espectáculo, que duró alrededor de cuatro horas, vividas con mayor intensidad en los camerinos que en los graderíos.