La posibilidad de que el gobierno incluya en la reforma política el derecho al sufragio universal de la Fuerza Pública ha puesto nuevamente en debate este tema que siempre ha sido motivo de controversia.

Las Fuerzas Armadas tuvieron durante la mayor parte de la historia republicana derecho a votar, pues hasta la promulgación de la Constitución en 1946, los militares gozaban del voto universal.

Después de esa fecha hasta 1970, en que el doctor José María Velasco se declaró dictador, tuvieron el derecho a un voto indirecto al elegir senadores funcionales. Con el retorno a la vida democrática, la Constitución de 1979 suspendió las senadurías funcionales.

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A partir de la suspensión del derecho al sufragio, las constituciones posteriores han asignado a las Fuerzas Armadas la misión de mantener el orden y la pureza del sufragio.

En 1990, el debate se reavivó cuando  el  almirante Hugo Unda, entonces Comandante General de la Marina y jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Aéreas expresó: “Mientras sobran naciones que ya otorgaron el voto al soldado, en el Ecuador aún creemos que vestir uniforme es renunciar al derecho de elegir ciudadanos que regirán la administración del Estado; pero creo que es el tiempo de conceder el derecho al militar ecuatoriano a sufragar”.

A propósito de esas declaraciones, en la revista Vistazo, en su edición de agosto de 1990, el historiador Enrique Ayala Mora,  explica que el sistema electoral imperante en el país desde 1883 convirtió a los militares en árbitros de las urnas.

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“En las grandes ciudades, la inscripción de los electores estaba dominada por los cuarteles. Los soldados inscribían en ocasiones, cuatro o cinco veces a un mismo elector. En la práctica garantizaban que se cumpla la voluntad del gobierno de turno”, señala Ayala.