Cuando se trata de la entrega de los Oscar lo importante es participar, porque si la estatuilla se hace de rogar, los perdedores saben que su consolación les espera en forma de una bolsa de regalos valorados en miles de dólares.

Hay quien prefiere cambiarle el nombre a la  colección de regalos, porque la tradición ha superado a la realidad, con objetos valorados en miles de dólares que difícilmente cabrían en una bolsa. El mejor ejemplo es el televisor gigante de 6.000 dólares que forma parte del lote preparado en esta  edición de los Oscar para candidatos y presentadores.

Aunque la Academia prefiere no confirmar el precio ni el contenido de la colección de regalos, la de este año estaría valorada en 110.000 dólares, según el periódico USA Today. Además del televisor, entre los regalos se incluyen desde cruceros de siete días, todo pagado, por el Mediterráneo o el Caribe hasta pasajes de avión de primera de Los Ángeles a Nueva Zelanda e incluso vales por una cena de 1.500 dólares para dos en un lujoso restaurante.

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Como dice Pam Danzinger, presidenta de la compañía Unity Marketing, una de las firmas encargadas de formar este tipo de colecciones, las “bolsas de regalo” son un muestrario del que toda gran compañía que se aprecie quiere formar parte, puesto que constituyen la mejor publicidad que se puede conseguir. Con Danzinger coincide Scott Donaton, de la revista Advertising Age.