A 80 años de su muerte, Vladimir Lenin sigue dividiendo la sociedad rusa en aquellos que ven en él a un mesías y quienes lo consideran el principal culpable de todas las desgracias que Rusia sufrió en el siglo XX.
 
El aniversario de la muerte del fundador del Estado soviético siempre fue más importante que la fecha de su cumpleaños, el 22 de abril, y se acompañó de conmemoraciones y actos masivos durante toda la época soviética.
 
La razón radica, quizás, en las tradiciones de la Iglesia Ortodoxa Rusa de conmemorar la fecha de la muerte de sus santos, muchos de los cuales, por cierto, eran momificados, como ocurrió con el líder de la revolución bolchevique cuyos restos siguen expuestos en el Mausoleo de la Plaza Roja.
 
El fin de la URSS no alteró la tradición y este miércoles, cuando se cumplen 80 años de la muerte de Lenin, todos los medios recogen opiniones sobre el "hombre más grande de la historia" o "el tirano de quien el país heredó sus rasgos más horribles".
 
"Este memorable día nos obliga a todos nosotros a mirar la vida actual con los ojos del gran político y pensador", declaró este miércoles el líder del Partido Comunista de Rusia, Guennadi Ziugánov, al depositar una ofrenda floral al pie del Mausoleo, al igual que lo hicieron durante decenios todos los dirigentes soviéticos.
 
Según Ziugánov, todo el acontecer actual, tanto nacional como internacional, demuestra "hasta qué punto sigue vivo el legado de Lenin, sin duda alguna el hombre más grande de la historia de nuestro planeta".
 
Sin embargo, para Aleksandr Yákovlev, el ideólogo de la "perestroika" que supuso el desmantelamiento del sistema soviético que Lenin creó, el líder bolchevique provocó "la caída del Estado ruso", es el responsable de la crueldad que "convirtió todo el país en un campo de concentración" y el "culpable de la fratricida guerra civil".
 
Con ocasión de la reapertura al público del Mausoleo, después de efectuar los trabajos de mantenimiento de la momia, los especialistas que se encargan de cuidarla dicen que su estado es "perfecto" y aseguran poder conservar su cuerpo "más de cien años más".
 
Igual de bien conservado parece estar el leninismo en Rusia, pues los políticos más opuestos coinciden en que el ideario bolchevique sigue vivo.
 
Para Alexandr Projánov, escritor y copresidente de la Unión Nacional Patriótica de Rusia, que agrupa a la izquierda nacionalista, su legado más acuciante es que "sólo los golpes revolucionarios son capaces de cambiar el viejo orden mundial".
 
El heredero actual del líder bolchevique es Bin Laden, pues "toda la rebelión radical musulmán contra la globalización es una idea de izquierdas pintada de verde islámico", afirmó Projánov.
 
Por lo tanto, "relegar a Lenin a la historia es como olvidar a Tolstoi o a Dostoyevski", agregó.
 
Para Valeria Novodvórskaya, fundadora y líder de la Unión Democrática, el primer partido anticomunista que surgió en la URSS, "el ideario de Lenin sigue vivo y sigue triunfando" en la Rusia actual, donde "se piensa uno, se dice otro y se hace lo tercero".
 
Ello se refleja, según Novodvorskaya, en que en Rusia se erradica la prensa libre, el Estado controla todas las esferas de la vida y la oposición parlamentaria está en extinción.
 
"Temo que Rusia jamás superará del todo el leninismo, que seguirá siendo un oasis de esclavitud y despotismo. De qué se puede hablar si el 76% de la población está hoy a favor de la censura?", manifestó.
 
Entre tanto, para los rusos de hoy Lenin es el tercer político de los últimos 100 años (nueve por ciento), tras el presidente de Rusia, Vladímir Putin (39 por ciento), y el líder soviético Leónidas Brezhnev (diez por ciento), según una encuesta de Romir Monitoring.
 
Otro sondeo, realizado por el Servicio Analítico de Yuri Levada, reveló que el 24 por ciento de los rusos sigue considerando que Lenin "sacó el país al camino del progreso y la justicia", y otro nueve por ciento tiene fe en que "en el nuevo siglo las ideas de Lenin seguirán alumbrando el camino hacia una vida mejor".
 
Del bando contrario está un 14%, aquellos que opinan que Lenin "fue una persona cruel que desató la violencia para transformar el país".
 
Incluso entre sus detractores predominan notas justificantes: para el 16% "Lenin condujo el país por un camino erróneo" y para el once por ciento el líder bolchevique "se equivocó en sus esperanzas respecto a la revolución y el comunismo".