Este año, tres de sus nuevas obras se representaron. Estas fueron: Peor que el diablo, La viajera y Los padres de la niña. Además, ofrece funciones con su grupo Doscarátulas.

El dramaturgo guayaquileño José (Pipo) Martínez Queirolo dice  en tono de broma que vivirá hasta pasados los 100 años. Siempre y cuando, aclara, no tenga que depender de nadie y pueda seguir dirigiendo, adaptando y escribiendo teatro. Esa fue su meta, aun antes de ser  operado  de un cáncer de colon, que le diagnosticaron hace más de dos años.

Ahora que tiene 72 años, su ritmo de vida ha disminuido, debido a que debe guardar reposo. Pero su imaginación se mantiene intacta. Este año tres de sus nuevas obras se representaron. Estas fueron: Peor que el diablo, La viajera y Los padres de la niña. Sus creaciones se hacen al andar. “Escribo sobre el escenario. Tengo que ver la pieza representada. Hay que entender si lo que uno hace está comprendido por el público, por eso es que cuando la pongo en escena tengo que ver si la gente se ríe, llora y se calla cuando hay que hacerlo”, asegura.

También continúa ofreciendo funciones junto con los dos integrantes de su grupo de teatro Doscarátulas, el cual tiene más de 20 años de creado. Las presentaciones se realizan en el primer piso de su vivienda, donde adecuó un escenario y algunos  asientos. Piensa cambiar la sala de teatro a la planta baja, porque teme que con el peso de la gente se derrumbe la  casa, cuya infraestructura es de madera.

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Asegura que en ella vive hace más de 40 años y que al llegar a este sitio se reconcilió con la naturaleza. “Me encanta el canto de los pájaros que escucho en las mañanas o en las tardes”. De su primera casa recuerda que era en el centro de la ciudad. El tránsito, los gritos de los vendedores y los parlantes de las cantinas era  lo que más odiaba.

Le agrada la tecnología que está al servicio del ser humano, pero está en contra de la que lo domina, por lo cual  prefiere que le hagan entrevistas sin grabadora, “porque hay personas que cuentan con ese instrumento y durante la conversación con el entrevistado están pensando en cualquier cosa y no ponen atención a sus respuestas”, dice. Le desagrada que doblen la voz de los actores anglos o europeos. “Esa es una burla al arte, yo vengo de una época en la que la voz del actor era su personalidad”, explica.

Martínez Queirolo, quien también es conocido como Pipo, encuentra en la conversación un recurso importantísimo de interacción, por lo cual  cada vez que tiene una puesta en escena, al término de esta abre una charla con los asistentes. Sostiene que el teatro es aún   el único medio directo de comunicación, el cual ha tenido que cambiar para no morir. De la televisión, medio para el que escribió cuatro producciones, señala que es maravillosa porque permite difundir cultura, pero aborrece que se haya convertido en un espacio en el que solo se permite la comercialización. “Si fuera bien utilizada y se hicieran programas educativos, no tendríamos analfabetos”, señala.

Homenaje

El pasado 18 de diciembre en la Casona Universitaria se brindó  un homenaje al grupo de teatro experimental Ágora, que se creó en 1958 con estudiantes de la Universidad de Guayaquil, entre los que constaba Martínez Queirolo. De su estancia en el colectivo rememora que algunas de sus obras fueron representadas por sus compañeros, entre ellas: Los habladores, Goteras y Montesco y su señora. Los inicios de Pipo en la literatura fueron como escritor de poesía. En el colegio ganó un premio por uno de sus textos. Sin embargo, él destaca los reconocimientos que tuvo como relatista en la universidad, mientras estudiaba ingeniería civil.

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Esta carrera lo ayudó para que por muchos años trabajara como dibujante, topógrafo y calculista en el Municipio de Guayaquil, Ingenio San Carlos y Empresa Eléctrica del Ecuador. No se graduó de  ingeniero. Enfatiza que es un egresado en la profesión.  El montaje de su primera obra teatral, Réquiem por la lluvia, lo efectuó el 2 de septiembre de 1960. A cuatro de sus piezas se le otorgaron premios nacionales de teatro. Estas fueron: La casa del qué dirán, Los unos vs. los otros, La dama meona y La conquista no ha terminado todavía.
Para escribir utiliza lápiz y papel. Comenta que tiene una computadora, que se le infectó con un virus. “Algunos han tratado de arreglarla  y a veces funciona. Cuando la utilizo lo que hago es escribir una página e imprimir inmediatamente, pero la utilizo poquísimo”.

Pipo,  Premio Nacional Eugenio Espejo 2001 en la categoría Literatura, es  autor de más de medio centenar de textos, entre inéditos y adaptaciones. Fue director del grupo de teatro de la Espol. Ahora esa labor la desempeña Ramón Arias, quien lo reemplaza por el permiso médico que tiene el dramaturgo. Antes trabajó como director del Centro de Difusión y Publicaciones de esa entidad. Tres ingresos económicos percibe Pipo: la mensualidad que le entrega el Gobierno desde que ganó el Premio Espejo, el sueldo de la Politécnica y la jubilación por antigüedad que le otorga el IESS.

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ESCENAS
ORIGEN

José Martínez Queirolo nació en Guayaquil en 1931 y por su perseverancia y seriedad como creador en el género de la dramaturgia, ocupa altos sitiales dentro del teatro ecuatoriano.

VOCACIÓN

“Creo que tenía una profunda necesidad de amor, por eso empecé a escribir”, confesó alguna vez  Pipo, quien no sabe a ciencia cierta el origen de su apodo.  Dice que sus piezas siempre tienen base en la realidad y que para que sean obras de teatro deben representarse, porque un teatro en papel, no es teatro.

HUMANISMO

“El teatro es la esperanza del arte, la religión del humanismo”, refirió una vez, en un acto público,  el dramaturgo, quien definió al humor, característica de la que está imbuida toda su producción teatral, como un chaleco antibalas.

EL PÚBLICO

Pipo dice conocer bien a su gente y a su público. Quizá en ese factor reside su éxito, comentó. “Yo escribo para mi tierra, aquí, ahora, hoy. Esta tierra da temas a millares surgir”.

NOMBRE

En homenaje al dramaturgo guayaquileño, el teatro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas, con capacidad para 400 personas, lleva desde septiembre del 2001, el nombre de José Martínez Queirolo.