La sala del Centro Cultural Sarao se convirtió durante el pasado viernes, sábado y ayer domingo, en un velatorio, donde los asistentes no eran ni parientes ni amigos del fallecido. Sin embargo, hubo dos de sus conocidos allí presentes. Ellos fueron Tuco y Manuco, representados por Raymundo Zambrano y Lucho Mueckay, que participaron en la pieza teatral Velorium vacilatus.
Los octogenarios convirtieron el escenario en un espacio no para el llanto sino para la risa, el baile, la ternura, la música, el amor, la conciencia, la picardía y la sátira. Durante la espera de que llegue el muerto, compartieron con el público las anécdotas de sus vidas, de la ciudad y del país, e incluso Tuco se atrevió a narrar el cuento Caperucita roja al revés, como lo hacía en su juventud. Manuco se encargó de traducir la fábula.
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Cada uno de los elementos que formaban parte del montaje fueron utilizados. Así constaban una corona de flores, cuatro sillas, una mesa, dos vasos, una botella de licor y varios instrumentos musicales. Estos últimos sirvieron para improvisar géneros como el pasacalle, el blues, la cumbia y la música andina, mientras Tuco y Manuco cantaban un tema compuesto para el Presidente de la República.
A casi 20 minutos de que finalice la puesta en escena, Tuco y Manuco provocaron melancolía entre los concurrentes debido a sus reflexiones sobre la ancianidad y del trato que se le debe dar a aquellos que cruzan esta etapa de la vida.