Las salas de Supercines y Cinemark encienden la Navidad con el estreno (hoy) de una historia de fantasía, como todas las que están relacionadas con aquel personaje gordo de nariz y traje rojos que en Nochebuena recorre el mundo en un gran trineo, halado por unos renos voladores, con el propósito de obsequiar juguetes a los niños.
En Elf, producción cinematográfica dirigida por Jon Favreau, el gordito bonachón no es el único protagonista de la trama. En español, Elf significa elfo y según la mitología escandinava, los elfos son genios o duendes. La cinta, por tanto, se sustenta en la historia de un duende que no es realmente un duende, aunque parezca un trabalenguas.
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Resulta que en una de sus tantas visitas en la noche de Navidad, Santa Claus llega a un orfanato y mientras come las galletas que una monjita le deja en una de las habitaciones del lugar, un niño de apenas unos meses de nacido baja de su cuna (otra de las fantasías) y se mete en el saco de Papá Noel. Cuando este termina su recorrido y regresa a su casa en el Polo Norte, descubre al pequeño polizón.
Criado por uno de los elfos de mayor edad, el niño –a quien bautizan con el nombre de Buddy (papel que interpreta el comediante Will Ferrell)– crece y se entera por boca de su padre adoptivo (Bob Newhart) que en realidad no es un duende, que su madre lo dejó en un orfanato poco antes de morir y que su padre trabaja en Nueva York. Con una inocencia inexplicable el niño-hombre inicia su periplo para encontrarse con su padre biológico.
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El filme está cargado de hechos inverosímiles, matizados por las actitudes displicentes de personas que se dejaron atrapar por la rutina. Buddy llegó del Polo Norte a la gran ciudad para conocer a su padre y aprender del mundo al que pertenece. No obstante, son quienes lo rodean o tuvieron un contacto casual con él los que terminan aprendiendo.
En la cinta hay de todo. Desde muñecos y animales animados hasta personas diminutas, que no precisamente padecen de acondroplasia (enanismo). Son evidentes los montajes, las escenografías y los juegos de cámara para agrandar o empequeñecer a actores y objetos. Elf posee una buena dosis de comedia, pero también de drama. Trata sobre la Navidad, aunque no menciona su verdadero significado.