Nuestra ciudad está entre las mejores plazas para figuras consagradas de la musica.

La triunfal presentación del  español Raphael en el Teatro Centro de Arte, una de las tantas realizadas aquí a lo largo de su carrera, nos hace recordar las visitas a nuestra ciudad de incontables intérpretes y ejecutantes extranjeros de música clásica y popular, especialmente a lo largo de los siglos XIX y XX.

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Si hacemos memoria es un buen testimonio lo del maestro Antonio Neumane, quien llegó al país como miembro de una compañía de ópera y decidió radicarse por algún tiempo entre nosotros antes de seguir a Quito. Otros músicos y artistas llegados  del exterior en distintas épocas emularon al francés: Claudino G. Roza, Ángelo Negri, José Barniol, Carlos Arijita, entre muchos otros.

Esto último desmiente categóricamente antojadizos criterios de que Guayaquil carece de público para el fomento y la presentación de espectáculos, como los culturales, que ahora al igual que antes tienen audiencia multitudinaria. Así se confirmó en las actuaciones de décadas atrás del pianista Arthur Rubinstein en el Teatro Nueve de Octubre en septiembre de 1953, y Tamara Toumanova, la mejor bailarina clásica del mundo, por la misma época, y las del ballet ruso Berioska y del Miami City Ballet en décadas posteriores. 

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En el caso de los intérpretes del género popular la lista es  interminable y es notorio que durante el siglo pasado esas visitas se multiplicaron, con la inauguración de los hoteles Miramar, Palace  y Humboldt, los centros recreativos American Park y Bim Bam Bum.

Los teatros Olmedo, Ponce, Nueve de Octubre, Central, Apolo, Presidente, entre otros, la Feria Ganadera Agropecuaria (Caraguay) y la Feria Internacional de Durán y las emisoras Cenit, Cristal, Atalaya, CRE y tantas otras, impulsaron la venida de los cantantes, orquestas, bailarines y cómicos de diversas nacionalidades.

Algunos nombres
En testimonio de lo que deseamos comprobar constan las visitas a Guayaquil de los cantantes Javier Solís, Celia Cruz, Olga Guillot, Toña la Negra, Cuco Sánchez, Daniel Santos, Xiomara Alfaro, Lucho Gatica, Los Indios Tabajaras, Libertad Lamarque, Sarita Montiel, Antonio Prieto, Bienvendido Granda y Los Cuatro Hermanos Silva. 

Carlos Argentino, Alberto Beltrán, Leo Marini, Rolando La Serie, José Luis Rodríguez, Leo Dan, Julio Alemán, Donna Behar, Consuelo Vargas, Pedro Otiniano, Pedro Vargas, Rosita Quintana y los hermanos Arriagada cumplieron, asimismo, exitosas presentaciones en la metrópoli guayaquileña.

Los baladistas César Costa, Manolo Muñoz, Alberto Vásquez y Henry Nelson, las bailarinas Susana Giménez, Dolly Sisters y  Tongolele, los cómicos Lucho Navarro, Resortes, Clavillazo, Vitola y Tin Tan, y los  tríos Los Panchos y    Los Embajadores Criollos estuvieron varias veces en los escenarios de la urbe.

Otras figuras que cosecharon triunfos en el Puerto fueron Irma Dorantes, Virginia López, Mona Bell, Álvaro Zermeño, Ernestina Garfías, Lilia Prado, Amalia Aguilar. En las últimas décadas desfilaron Leonardo Favio, Marco Antonio Muñiz, Alberto Cortez, Alci Acosta y El Greco. Orquestas como La Sonora matancera, Billo s Caracas Boys, Los Churumbeles de España y otros grupos de bailes tradicionales y de ballet alcanzaron resonados triunfos en la segunda mitad del siglo anterior.

Eso fue, a breves rasgos, un inventario sucinto del   desfile de artistas de otras latitudes en escenarios porteños, sin las exigencias que acostumbran actualmente algunos excéntricos cantantes, que piden a los empresarios camas con sábanas de seda color rosado, almohadas con pluma de ganso, leche de burra para bañarse y otras extravagancias más.