Parece una ironía que en el Bankers Club la gente pueda sentirse como en La Habana. Sin embargo, el sabor caribeño se hizo presente el viernes pasado entre mojitos cubanos, meseros vestidos con camisas floreadas y el ritmo sincopado de la música de esa tierra, de ese sabor nostálgico que, de manera inevitable, hace mover  el cuerpo y despertar las emociones más diversas.