El arqueólogo guayaquileño Jorge Marcos Pino ganó ayer el Premio Nacional Eugenio Espejo, en la categoría Actividades Científicas. Así lo dio a conocer la Presidencia de la República, entidad que entrega cada dos años estos galardones a los ecuatorianos que con su trabajo contribuyen al desarrollo de la ciencia y la cultura.

De 71 años, casado con la antropóloga argentina  Silvia Álvarez y padre de cuatro hijos (tres de su primer matrimonio y una con su actual esposa), Marcos señaló  que el Premio Eugenio Espejo es un galardón que honra a la persona que se lo otorgan y que él lo recibe con humildad y como un estímulo a su trabajo, que tiene que ver fundamentalmente con el estudio de la arqueología de la Costa ecuatoriana.

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Marcos, quien reparte su tiempo entre Ecuador y España, es fundador de la Escuela de Arqueología de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), institución que en la actualidad está cerrada.

 No existe la carrera de arqueología en ninguna universidad del país. Espera que el Premio Eugenio Espejo le permita conversar con las autoridades de Gobierno para comentarles este asunto. Una de sus aspiraciones es que se reabra  la institución que fundó.

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En estos momentos, Marcos dirige en el Ecuador el proyecto de albarradas de la Costa, un sistema antiguo que tiene que ver con el manejo del agua, y en España se desempeña como investigador en  la Universidad Autónoma de Barcelona, donde su esposa es catedrática.

Considera como sus maestros a Francisco Huerta Rendón y a Carlos Zevallos Menéndez. Primero realizó estudios de administración de negocios, economía y literatura, aunque siempre le interesó la arqueología, por lo cual luego optó por esta rama.

 Según dice, comprendió que la arqueología no era solo una práctica, sino que debía conocer también  la teoría. Por ese motivo efectuó estudios en la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, donde obtuvo un doctorado. Se enorgullece de  conocer  todo el Ecuador. A más de Marcos, aspiraban al Espejo en la categoría Actividades Científicas, Alfredo Costales y Ruth Moya. Los candidatos los propuso el Consejo Nacional de Cultura y el Presidente de la República decidió sobre esa base.