El escritor lojano murió a las 22h30 del pasado sábado mientras dormía. Sus restos se velan desde ayer en la Sala Exclusiva 1 de la Junta de Beneficencia.
Al escritor lojano Ángel Felicísimo Rojas la muerte le llegó mientras dormía. Eran las 22h30 del pasado sábado cuando la enfermera que lo cuidaba notó cómo poco a poco la respiración se le fue dificultando hasta que su corazón se detuvo.
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“Él estaba bastante enfermo y decaído. Nunca se sobrepuso a la muerte de su esposa, María Pérez Saa, quien falleció en abril pasado”, manifestó su nuera, Lourdes Meloni, esposa de Jorge Luis Rojas Silva, de profesión abogado e hijo del autor del Éxodo de Yangana.
El consuelo de los familiares de quien fuera considerado uno de los grandes literatos del Ecuador, “es que su muerte fue dulce. No sufrió. Es como si se hubiera quedado dormido”, dijo Meloni.
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Los restos de Ángel Felicísimo Rojas se velan desde ayer en la Sala Exclusiva # 1 de la Junta de Beneficencia. Hoy, a las 09h00, serán trasladados al paraninfo de la Casona universitaria (Chile y Chiriboga), donde se velarán hasta las 12h00, en que nuevamente retornarán a la Junta de Beneficencia. Allí se los cremará, porque esa fue su última voluntad.
También quiso que sus cenizas sean llevadas a su natal Loja, donde nació el 31 de diciembre de 1909, en el recinto El Plateado. Según Meloni, la cremación de los restos del escritor y el traslado de sus cenizas se realizarán en la intimidad familiar.
Ángel Felicísimo Rojas tuvo cuatro hijos. María Elena Rojas Silva, casada con Jacobo Ratinoff Milstein; Jorge Luis Rojas Silva, con Lourdes Meloni; José Ernesto Rojas Flor, ya fallecido, con Yolanda Encalada; y Martha María Flor, quien es miembro de la prelatura del Opus Dei.
Al escritor también le sobreviven nueve nietos y 18 bisnietos, así como una hermana materna, Enriqueta Aguirre de Cueva.
Vida y obra
De pensamiento socialista y abogado de profesión, Ángel Felicísimo Rojas dedicó gran parte de su vida a la literatura, pero también a la política.
En 1934 se estableció definitivamente en Guayaquil y de inmediato se vinculó a la actividad cultural.
En el libro Cuenta Rojitas (apelativo con el que le llamaban sus amigos más cercanos), de Milena Hadatty Mora, Ángel Felicísimo Rojas mencionó que cuando llegó a la urbe le impresionó su limpieza. “Como la ciudad era pequeña, los bomberos tenían a su cargo lavar las calles diariamente”, indicó.
Reseñó, además, que su primer trabajo como abogado fue con José de la Cuadra, quien lo invitó a integrarse a su bufete. “Fui también amigo de los cinco grandes del Grupo de Guayaquil: José de la Cuadra, Enrique Gil, Alfredo Pareja, Demetrio Aguilera y Joaquín Gallegos”, subrayó.
Es por su vínculo con los escritores del Grupo de Guayaquil, que la producción literaria del maestro Rojas se ubica en la generación del 30.
De sus obras, El éxodo de Yangana (1949), con traducción en tres idiomas, es considerada una de las grandes novelas ecuatorianas y latinoamericanas, por su estilo narrativo y testimonial.
Otras de sus producciones son la novela estudiantil Banca, el relato Un idilio bobo, el estudio crítico La novela ecuatoriana y la novela Curipamba.
Políticamente fue parte del segundo velasquismo, donde ocupó el cargo de Contralor General, función que dejó luego de dos años, cuando el 30 de marzo de 1946 Velasco Ibarra se proclamó dictador.
Fue editorialista de Diario EL UNIVERSO y El Comercio.
FRASES
“La muerte de Ángel Felicísimo Rojas enluta a la cultura del Ecuador y el mundo. Fue uno de los grandes de la literatura ecuatoriana”.
Juan Hadatty, crítico de arte “No solo se destacó como escritor, sino también como abogado y periodista. Fue un gran motor cultural, pues siempre estuvo en las actividades que el sector ha realizado”.
Luis Félix, presidente de la Casa de la Cultura del Guayas “Su lenguaje fue atildado y pulcro, como también lo fue su vida. Tenía la elegancia de las divinidades. Hombre sabio, excelente conversador. Con él daba gusto entablar un diálogo, puesto que dominaba todos los ámbitos”.
Carlos Eduardo Jaramillo, escritor lojano
“Su obra fue importante por su contenido, lenguaje y época. Para mí, El éxodo de Yangana es una de las mejores novelas del siglo XX. Presenta una estructura novedosa”.
Julio Pazos, poeta “La noticia me estremeció. Ecuador pierde a un escritor al que estuve ligado por más de 20 años por lazos de amistad y literarios. Uno de mis libros está dedicado a él”.
Carlos Calderón Chico, escritor