Las experiencias del escritor húngaro en el campo de concentración nazi Auschwitz llenaron de profundidad y dolor su palabra.

Cuando Imre Kertész, premio Nobel de Literatura 2002, tenía 15 años fue deportado, como tantos otros judíos húngaros, al campo de concentración nazi tristemente famoso de Auschwitz-Birkenau.

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En 1945, su liberación del campo de exterminio de Buchenwald, donde lo habían trasladado para terminar en la cámara de gas su reclusión, convirtió a este escritor, hoy de 74 años, en un sobreviviente.
Tuvieron que pasar 15 años para que escribiera su primera novela, Sin destino, que es la historia autobiográfica de un joven que regresa a casa después de haber sido prisionero y es incapaz de responder sobre el horror de lo vivido.

Esta obra es considerada por la crítica como uno de los libros literariamente más destacados sobre el Holocausto nazi.

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El horror en palabras
Darle forma a las inimaginables experiencias en los campos de exterminio es una obsesión que se repite en la obra de Kertész.

Las palabras “horror” e “infierno” le parecen simples denominaciones insustanciales y trata de construir con la literatura otras formas de testimonio.

El fracaso, Un instante de silencio en el paredón, Kaddish por el hijo no nacido, entre otras de sus novelas, son una forma brillante y transparente de decir que lo que se vivió en Auschwitz es indecible y que todo escritor que asume el desgarramiento del siglo XX es un autor del Holocausto.

En su discurso de aceptación del Nobel, el escritor reconoció que no conoce “ningún arte realmente bueno y auténtico en el que no perciba una quiebra semejante, como si mirara hacia una noche reventada por pesadillas y se andara sin rumbo en el mundo”.

Considera que ningún artista después de la Segunda Guerra Mundial es inocente. “¿Qué escritor no es hoy un escritor del Holocausto?, preguntó al recibir la medalla y el millón de dólares que le otorgó la Academia Sueca.

Kaddish por el hijo no nacido, Sin destino; Yo, otro, son, entre otras,  las obras del Nobel húngaro que se encuentran en el país.

En Kaddish por el hijo no nacido,  que empieza con una cita del también sobreviviente Paúl Celán: “subiréis como humo en el aire, luego tendréis una fosa en las nubes, allí no hay estrechez”, explora con una profundidad hermosa y llena de dolor la visión del ser humano sin descendencia. Sus experiencias en Auschwitz y la imposible paternidad son dos sombras que le pesan.

Marcado por el Holocausto, Kertész escribe desde su experiencia sobre la pérdida de la inocencia de toda la humanidad.