Desde hace miles de años la miel de abeja es considerada como el mejor elixir para el amor y la fertilidad, porque los dioses del Olimpo, según la mitología griega, le atribuían el poder de reponer las fuerzas perdidas durante la luna de miel de los recién casados y preparaba a la mujer para ser madre. Así como también daba energía a los guerreros cuando se dirigían a las batallas. Pero realmente fue Galeno (131-201), el médico romano más importante de la antigüedad, quien hizo los primeros estudios de los beneficios de este néctar cuando se curó de una infección crónica de la garganta.
Con el paso de los años, la miel de abeja es para algunos científicos el mejor antibiótico natural. Descubrieron que aplicada en su forma pura, no contaminada, sirve para cicatrizar úlceras cutáneas, quemaduras e incluso heridas quirúrgicas.
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En un informe de la revista Orgyn, el profesor Winit Phuapradit y sus colaboradores del departamento de Obstetricia del Hospital Ramathibodi en Bangkok, Tailandia, describen el uso de la miel de abeja para la reparación de las dehiscencias abdominales (hernia), una de las complicaciones postoperatorias más graves en pacientes quirúrgicos.
El método consiste en administrar antibióticos de amplio espectro (actúan sobre muchos tipos de bacterias) y limpiar la herida con una solución fisiológica de suero salino y una sustancia llamada providona yodada. Luego se aplica una capa fina de miel a la herida, que se cierra con cuidado, y en un plazo de dos semanas puede cicatrizarse. Phuapradit sostiene que la clave del éxito de este alimento quizás sean sus propiedades antibacterianas que incluyen al peróxido de hidrógeno y componentes antioxidantes. Además es posible que estimule el sistema inmunológico, puesto que las heridas no infectadas también muestran una cicatrización acelerada.
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Da energía
El doctor José Kuri González, especialista en bioquímica, indica que la miel de abeja también está compuesta de una gran variedad de azúcares, aminoácidos y minerales. En el primer grupo se encuentran la glucosa, levulosa y maltosa. Tienen la ventaja de dar energía y entrar directamente a la sangre sin ingresar primero por el proceso digestivo, pues se asimila y llega rápido al torrente sanguíneo. En el segundo, se hallan 17 aminoácidos (componentes de las proteínas) en pequeñas cantidades; y en el tercero, el potasio, sodio, fósforo, calcio, magnesio, hierro y cobre. Incluso tiene colina, un protector del hígado contra las grasas, vitaminas A, C, B y estrógenos naturales.
“Cuando los antiguos hablaban de las propiedades curativas de la miel se referían a la extraída directamente de los panales y no a la de un subproducto manipulado por el hombre.
Cuando la miel es sometida al calor por el proceso de filtrado se pierden sustancias que actúan como antibiótico y ciertas cantidades de polen y ceras restando su poder alimenticio”, dice Kuri.
Si favorece la miel de abeja a la fertilidad, el ginecólogo Guillermo Campuzano Castro señala que aún no está comprobado científicamente, pero sí puede consumirla una mujer embarazada por la cantidad de glucosa y minerales que contiene y proporcionan energía.
Alerta amarilla
La pediatra Zaida Calderón Mieles afirma que la miel de abeja no debe ser consumida por los bebés menores de 6 meses porque puede contener esporas de clostridium botulinum, las cuales podrían ocasionar botulismo, una forma de intoxicación por alimentos, debido al poco ácido que a esa edad tiene el estómago facilitando que las esporas produzcan toxinas. Sin embargo, después del primer año pueden consumirla porque el sistema digestivo ya es capaz de destruir las esporas. Después de los seis meses la miel de abeja podría ser consumida en mínimas cantidades a través de un cereal que viene mezclado con trigo y quinua.