¿Por qué las dos cucharadas del líquido café espeso y de un sabor un poco rancio que toma Carlitos al día, desde hace tres años, echa abajo los pronósticos médicos para quien sufre de este síndrome?
La sustancia, denominada científicamente como Modulador Biológico de la Respuesta Inmune (Birm), la descubrió el investigador quiteño en la raíz y hojas de la dulcamara, un arbusto que empezó a seleccionar en 1976, ayudándose de inexplotados archivos y libros sobre plantas medicinales de la selva, consciente que de allí provenían más del 60% de las medicinas utilizadas en ese entonces contra el cáncer.
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De cinco plantas distintas, y como regla de la casualidad que asiste a los grandes descubrimientos, hace 20 años Cevallos decidió dedicarse solo a la dulcamara cuando un paciente indígena la reconoció como el ingrediente principal en un ungüento que preparaba él mismo y que cicatrizaba úlceras en su piel. Esta planta solo se encuentra en la Amazonia, en la parte del Alto Cenepa donde crece en terrenos limitados.
La ambición de Cevallos por encontrar una cura para el cáncer y el sida lo metió en la jungla de la megadiversidad vegetal ecuatoriana, en la que cree hay respuestas eficaces y baratas para tratar las enfermedades que hunden a la humanidad en el dolor, y a la ciencia médica en la impotencia.
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El medicamento denominado Birm actúa directamente en el sistema inmunológico. Activa los linfocitos T, que fomentan las defensas antivirales.
“El meollo de nuestra salud está en el sistema inmunológico. Nacemos con unas defensas competentes, gozamos de salud. Pero por el estrés, la desnutrición, por el exceso de trabajo, el tipo de alimentación, este sistema se deprime y vienen las enfermedades”, aduce Cevallos, quien es director del Servicio de Oncología y Radioterapia y de Tratamiento Integral del Cáncer del Instituto de Tumores en Ecuador. Indica además, que hasta el momento no se ha objetado la validez del medicamento, cuyas propiedades antivirales fueron comprobadas en laboratorios de la Universidad de Miami, Estados Unidos, y de México. Se aplica ya en otros países.
Casos
Cuando Cevallos estudió su posgrado en quimioterapia, radioterapia y oncología en México (1976), trató con un preparado de dulcamara a un paciente desahuciado que regresó a los seis meses y le dijo: “Ese líquido es milagroso”.
Esa vez confirmó que la planta había activado sus linfocitos T, barrido con las células cancerosas y parado la actividad tumoral. Desde entonces el Birm se utiliza como coadyuvante para la cura del cáncer, ya que modifica la conducta biológica del tumor, y desde 1989 en los casos del sida, como neutralizante de los estados terminales. Además se recomienda para tratar dolencias como el asma, la tuberculosis y hasta el estrés. Cevallos apuntó que solo una especie de las 16 que existen de la planta dulcamara, controla al VIH (el virus del Sida) y le permite a la persona infectada mejorar su desempeño inmunológico.
De la estela de pacientes con los días de vida contados o en etapa terminal que trató en su consultorio, el médico guarda en su consultorio las radiografías de una religiosa que presentaba cáncer en el seno con metástasis ósea y que tomando la medicina vivió diez años más contra todo pronóstico.
El primer enfermo de sida que conoció Edwin Cevallos fue un joven homosexual estadounidense que viajó desde Miami por referencias del Birm. “Randy, de 1,90 m, se arrastraba, pesaba 58 kilos y sufría de una neuropatía del corazón. Al gringo le diagnosticaron un mes de vida y decía que le daba lo mismo morir aquí o allá. Lo traté y en menos de 24 horas estaba yo frente a algo fenomenal... un joven que regresó caminando por sus exámenes; a los tres meses el conteo de sus células CD4 pasó de 124 a 463 (lo normal es 500).
Era 1989 y en Ecuador era tabú hablar de esta enfermedad, por lo cual el galeno mantuvo siempre un perfil bajo, y prefirió rechazar la pretensión de más de 50 enfermos en etapa terminal de venir de ese país en un vuelo charter para hacerse atender. Durante tres años, cada Navidad, Randy regalaba zapatos a los niños del Oriente amazónico y no murió por sida finalmente, sino por una enfermedad venérea.
Intereses
Indigna al doctor Cevallos el hecho que la “mafia de las grandes casas farmacéuticas transnacionales” no deje que el Birm sea utilizado para salvar más vidas. Actualmente los medicamentos antivirales son extremadamente costosos. En países como Sudáfrica y Brasil, los gobiernos pagan millones a las farmacéuticas para proveer de medicina a los enfermos de sida, pero no todos son tratados. Su objetivo es que el Birm, un medicamento menos caro (el frasco cuesta 17 dólares en el país y hasta 300 en el exterior), sea utilizado mundialmente. Pero su decepción fue grande cuando recibió la oferta un millón de dólares de un laboratorio extranjero a cambio de la fórmula medicinal y de la reserva del derecho de utilizarla o no.
Análisis del nuevo medicamento, realizados en Birmingham, Estados Unidos, reportan que no produce toxicidad en altas concentraciones, lo califica como un antisida moderado, y reconoce que impide la mortandad de los linfocitos T. La sustancia de la dulcamara evita la muerte de los linfocitos T en el 60%, pues se coloca alrededor de estos y bloquea la entrada del virus.
“El Birm estimula el sistema inmunológico y Carlos Mora es un buen ejemplo de sus efectos”, indica Cevallos.
De hecho, la carga viral de Carlitos actualmente es indetectable, explica su madre, Liduvina Peñafiel, pero agrega que “yo no sé si será efecto del medicamento, creo que en todo está Dios. Lo que es cierto es que Carlitos nunca ha tomado retrovirales, ya que eran costosos y además contraindicados por su insuficiencia renal. Antes de tomar el Birm él nunca se hizo una prueba de carga viral, por eso no puedo asegurar si su mejoría es efecto de esta medicina o no”.
Cevallos está convencido de la eficiencia del Birm. Por eso acudirá a fines de marzo al congreso mundial sobre avances relacionados con el tratamiento del cáncer en Canadá, para presentar la investigación que comprueba que el Birm impide el crecimiento del cáncer de próstata y metástasis. Este trabajo aparecerá en una próxima edición de la revista Clinical Cancer Reseach. De los últimos 20 novedosos productos contra el cáncer, 18 provienen de plantas y el descubrimiento de este investigador ecuatoriano abre la posibilidad de encontrar la cura de 120 enfermedades relacionadas con el sistema inmunológico.
Trayectoria
Dr. Edwin Cevallos Arellano, nacido en Quito en 1942.
Médico graduado en la Universidad Central del Ecuador.
Posgrado en el Hospital de Oncología del Centro Médico. Nacional del Instituto
Mexicano del Seguro Social, de 1973 a 1976.
Fundador de la Sociedad Latinoamericana de Hematología.
Fundador de la Sociedad Latinoamericana de Oncología Pediátrica.
Investigador de la Universidad Nacional Autónoma de Madrid.
Miembro de la Asociación Americana de Avance de la Ciencia.
Miembro de la Asociación Americana de Radioterapia.
Miembro de la Asociación Mundial para la Investigación del Sida.
Reconocimiento como investigador del Consejo Cultural Mundial.
Miembro activo de la Academia de Ciencias de Nueva York.