La piratería es parte de la historia de Guayaquil. Hoy, hay nuevas invasiones, pero esta vez no hay resistencia: El disco pirata se toma la ciudad.
Hasta hace tres años, los guayaquileños tenían que ir a locales especializados para comprar discos compactos. Ahora, a más de encontrarlos en la playa, en las esquinas y poder adquirirlos desde el carro, hay servicio a domicilio.
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José Piguave visita las empresas “oficina por oficina” lleno de música pirata. Él paga 0,50 centavos por disco a unos distribuidores en la Bahía y los vende al doble.
“Es un buen negocio”, dice. De su bolso asoman los últimos compactos de Shakira, Juanes y Ricardo Arjona junto a una recopilación de éxitos de Julio Jaramillo, los mejores vallenatos del año y un homenaje en español al grupo de rock británico Queen.
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Entre las ventajas que destaca Piguave de sus discos no está solamente el precio. El CD pirata trae hasta cinco canciones más que el original y ofrece gran cantidad de selecciones. “Para qué comprar un disco del que solo le van a gustar dos canciones”, razona. “Yo le vendo nada más las buenas”.
El disco honesto
Carlos Feraud, gerente de J.D. Feraud Guzmán y heredero de la tradición musical de su familia que empezó en 1916, está convencido de que la piratería es “un cáncer terminal” que se come las ganancias de todos los que viven de la música. Se lo nota dolido. Sentado en una oficina llena de recuerdos de los tiempos gloriosos del artista nacional, evoca: “Nosotros hicimos artista al señor (Julio) Jaramillo, grabamos sus primeros discos”. A pesar de tener los derechos por las grabaciones de Julio Jaramillo, por la venta pirata de sus discos “obviamente” no reciben nada.
Culpa a la indiferencia de las autoridades frente a un problema inmenso. “Hay piratas-piratas que están haciendo grandes inversiones”, explica. Él cree que no es responsabilidad del vendedor ambulante, sino de quienes los organizan en el negocio.
Al mencionarle la posibilidad de dejar el negocio de la música se ensombrece: “es muy díficil, mi abuelo fue músico y creyó en el artista ecuatoriano”.
Ellos, en los últimos tres años, tuvieron que cerrar cuatro de sus locales en Guayaquil y los dos únicos que tenían en Quito.
José Piguave, en cambio, solo el 14 de febrero vendió 120 discos piratas de música romántica; para el concierto de Juanes en Ambato vendió 50 compactos del artista colombiano y, semanalmente, gana un promedio de 70 dólares con sus ventas.
Sus clientes, según dice, pertenecen a todas las clases sociales. “Hay ingenieros que me dicen: ‘qué voy a gastar $ 15 por un disco, mejor te compro 15 discos a ti y escucho lo mismo’ ”.
Elecciones musicales
Humberto Santana compra compactos para sus hijos en la Bahía. Lo económico es lo decisivo en su elección del disco pirata. “No es lo mismo que el original pero es más barato”. No compraría discos infantiles originales, pero, eso sí, cuando se trata de Camilo Sesto o Los Iracundos “ahí sí me compro los verdaderos porque es mi música”, dijo entusiasmado.
Jorge Andrade, padre de familia, está seguro de que “la imitación no es lo mismo que lo verdadero”, pero, a pesar de que reconoce que la falsificación “es de menor calidad”, no tiene un solo disco original.
Byron Navarro, de 16 años, dice que el disco pirata es de corta vida. “Hay que tener preferencia por lo original porque te cuida tu aparato”. Él no compraría compactos falsificados de sus artistas. “Las canciones vienen cortadas, esos discos no valen”.
POSICIONES
Para evitar la piratería hemos decidido vender los discos nosotros mismos (un grupo de artistas). Nos ahorramos distribución y publicidad. Hay gente ética que prefiere comprar originales.
Pepe Parra Artista
Aquí se venden bastantes de estos discos “falseteados” porque los buenos son más caros y la gente por la crisis económica prefiere comer que oír música.
Julio Flores Vendedor de la Bahía
Esos discos (piratas) dañan el láser del equipo de sonido. Aquí esta recopilación vale $ 17, pero a nosotros (su esposa y él) nos gusta esta música y compramos calidad.
Ricardo López compra discos originales
Estos discos van a pasar de moda. Entonces, mejor los compro a un dólar que a 10 o 15, me ahorro plata y siempre tengo la música de moda.
Carmen Piña, compra discos piratas