El de Shakira es un espectáculo profesional, nada es improvisado, que da cuenta de su exitosa carrera.
Su voz enloqueció a todos. Algunos le confesaron su amor, y ahí mismo los miraba de frente. Los petrificaba. Su capacidad histriónica derrumbó cualquier estigma hacia ella. Quien no estaba convencido cayó a los pies de Shakira.
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Jazmín Peñaherrera sufrió para ahorrar. Solo el viernes, pudo comprar una tribuna. Fue la primera en hacer la fila. Y una de las últimas en salir. Se maravilló con un sonido espectacular y una puesta en escena de lujo, por los efectos especiales y las pantallas gigantes.
Como para silenciar al rockero más acérrimo, que piensa que las estrellas del pop solo son muchachitas de agraciadas figuras, Shakira emergió de una plataforma. Tocaba una batería interpretando un ritmo 4/4 acelerado. Como si fuera a cantar una canción de Sex Pistols y no Rules, de su último álbum.
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¿Quién dice que la contundencia del heavy metal no puede mezclarse con la cadencia de un cuerpo y una voz sensual? Shakira lo dejó sentado en el capítulo del concierto dedicado al rockn roll. Su interpretación de Back in Black de AC/DC derribó paradigmas. El guitarrista Tim Mitchel arremetía con los poderosos decibeles de su Gibson Les Paul.
Shakira cantaba y desnitrificaba la versión original del grupo australiano. El rock resucitó con Shakira.
El inicio de su corte Octavo día puso en escena una parodia de George Bush y Sadam Hussein. Sus músicos se taparon los rostros con máscaras de Fidel Castro, Richard Nixon y Ronald Reagan.
Shakira elevó su voz de protesta con una sutil melodía que invadía los oídos y llegaba a la conciencia de las casi 20 mil asistentes. Demostró la falta de capacidad de amor de los humanos. Retó a tomar la mano de la persona de al lado. Dejó en claro que el miedo y el desamor no permitían hacerlo. Al mando del conjunto musical, Shakira dio la primera tonada en una guitarra acústica negra. Los primeros acordes de Inevitable dejaron que la melancolía rondara en el Olímpico Atahualpa.
“Y para ser más franca/ nadie piensa en ti”, cantó cerrando los ojos. Sintió el viento amainado por los miles de pulmones que la acompañaban en su verso. Y de pronto el estribillo enérgico, alborotando su cabello larguísimo, y dejando que esta vez Adam sea el héroe, con su riff en una Fender Stratrocaster roja.
Una complexión de tambores, con dos bombos, un redoblante y un tom-tom, dieron pie para que el público se dejara llevar con Te aviso , te anuncio, uno de sus últimos éxitos más pegajosos, ya casi al final del concierto. Antes que gritara un gracias Ecuador y se apagaran las luces del escenario.
Habían pasado con una rigurosidad escalofriante 1h 30m. El tour de la mangosta es un espectáculo totalmente profesional, nada es improvisado. Una hora y media para dar cuenta de toda su exitosa carrera. No por nada estaba al frente del show el productor de Michael Jackson, Benny Collins, que trabajó diez años con el mítico cantante.
Una canción más
La gente le rogó que volviera al escenario. Regresó con su escultural figura e interpretó una tonada árabe. Un candelabro con velas encendidas decoraba su cabeza, haciendo la danza del vientre. Suerte fue la última canción que se escuchó en el estadio Atahualpa. Shakira prometió volver. En la pantalla, la mangosta derrotó a una cobra.
Jazmín Peñaherrera, ya casi sin voz, se permitió creerle. Guardó esas palabras en su corazón. Una hora más tarde se encontró con su padre, Tomás, que la llevó segura a su casa. A las 00h10 del sábado lograron llegar hasta su vivienda.
“Solo espero que cumpla su promesa”, le dijo a su madre, Lourdes Salinas.
SONIDOS
MENOS DE DOS HORAS
Shakira actuó en su escenario exactamente 1h 43 minutos. Durante el concierto cambió cuatro veces de atuendo.
16 CANCIONES
Interpretó 16 canciones. En la pantalla se apreciaban trabajos de videoclip para canciones como Under new clothes.
SIN DAMIANO
Damiano no abrió el concierto como estaba programado en un principio. Los músicos utilizaron cámaras en las guitarras, y el baterista en su frente.
ASISTIÓ KAVIEDES
En el concierto, Jaime Iván Kaviedes se encontró con Vinicio Luna, coordinador de la Tricolor, en el área gold pass, asentada donde hizo la mejor jugada para el gol del triunfo ante Brasil, en las eliminatorias del Mundial de Fútbol del año pasado.