Una guerra contra Iraq podría provocar una extrema  tensión en el mercado petrolero en el primer semestre del año 2003 o provocar  la estrepitosa caída de los precios a finales del invierno (boreal),  dependiendo si comienza en enero o en marzo, señaló esta semana un estudio de  expertos petroleros estadounidenses. 
 
El estudio, publicado por el Energy Intelligence Group (EIG), con sede en  Nueva York, estima que los riesgos de la escasez de petróleo dependen de varios  factores: la fecha en que comience una ofensiva militar de Estados Unidos  contra Iraq y la duración de ese conflicto, la reacción de los países miembros  de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a un hecho como  ése y la forma en que evolucione la situación en Venezuela. 
 
La posibilidad más catastrófica para los países consumidores sería que una  guerra contra Iraq comenzase en enero, y que en esos momentos todavía estuviese  paralizada la producción en Venezuela, indica el EIG. 
 
Una conjunción de esa índole podría significar el cese total de la  producción petrolera iraquí en febrero, pronostica el estudio, añadiendo que  ese estado podría durar hasta junio si el conflicto se prolonga. 
 
Siempre, manteniéndose en esa sombría hipótesis, las exportaciones  venezolanas sólo comenzarían a producirse a finales de febrero, y ello de forma  gradual, tras la huelga general que afecta al país desde el 2 de diciembre y  que le ha llevado a verse forzado a adquirir petróleo de su vecino Brasil. 
 
Si esa hipótesis se viese confirmada, la OPEP intervendría de forma  mayoritaria en el mercado para intentar paliar la falta de petróleo, prosigue  el estudio. 
 
La pérdida combinada del petróleo iraquí y venezolano, lo que representaría  unos cinco millones de barriles diarios (mbd) durante el primer trimestre,  provocaría una extrema tensión en el mercado mundial. 
 
Sin embargo, recalca el EIG, la oferta suplementaria que provendría de la  OPEP, de los otros países productores y de las reservas existentes, podría  asegurar una cierta estabilidad en los mercados mundiales. 
 
En esas condiciones el mercado se mantendría extremadamente vulnerable a la  percepción de toda amenaza militar o terrorista dirigida contra las  instalaciones petroleras de los países vecinos de Iraq durante el período  invernal e incluso durante la primavera. 
 
Los países consumidores se verían obligados a utilizar sus reservas  estratégicas para evitar una ruptura física del abastecimiento, subraya el  estudio. 
 
La otra hipótesis que adelanta el EIG sería la de una guerra relámpago que  comenzaría en marzo y finalizaría en mayo. Una guerra de ese tipo llevaría a  perder la producción petrolera iraquí, pero sólo por un breve período, y a la  vez, la situación en Venezuela podría haberse solucionado, con una reanudación  de las exportaciones a partir de finales de enero. 
 
Por su parte, la OPEP respetaría sus cuotas de producción puesto que el  mercado no necesitaría petróleo suplementario. 
 
En caso de que esa hipótesis fuese la acertada, habría un excedente de la  oferta y los países consumidores podrían crear existencias en el primer  trimestre, lo que pesaría sobre el mercado en marzo y abril, en el momento en  que la demanda petrolera disminuye debido a la estación. 
 
Esto provocaría una caída de los precios, que sólo podría frenarse si la  OPEP y los países no miembros del cartel cierran sus grifos, concluye el  informe.