La muerte por desnutrición de cuatro niños ocurrida esta semana en la empobrecida provincia de Tucumán, en el norte argentino, avergüenza a las autoridades y ha generado polémica en un país que es el cuarto mayor exportador de carne de vacuno del mundo.

Los fallecimientos se produjeron en una de las zonas más castigadas por una crisis económica y social sin precedentes en la historia de esta nación sudamericana y en tres de los casos los chicos ni siquiera llegaron a recibir atención médica.

Publicidad

Después de la conmoción que desató en la población la difusión de la noticia por los medios de comunicación se inició un debate sobre las consecuencias de la extrema pobreza, que no ha dejado de crecer en los últimos años en prácticamente todo el país.

El ministro de Salud, Ginés González García, ha asegurado que se siente "dolorido y avergonzado" por las muertes de esos niños tucumanos, y dijo que "es inmoral que en un país como Argentina existan problemas de acceso al alimento".

Publicidad

"En Argentina nadie puede morirse de hambre si hay una sociedad que lo contenga", afirmó ayer el presidente argentino, Eduardo Duhalde, quien consideró que los casos extremos de hambre o desnutrición se originan en la "falta de organización social" del país.

Tres de los niños residían en el interior de Tucumán y murieron en sus casas, aunque de ellos no trascendió ningún dato sobre su identidad, edad o sexo, en razón de que los casos están en manos de la Justicia.

La otra víctima, María Rosa Gómez, de seis años, vivía en un barrio pobre de las afueras de la capital provincial, a unos 1.300 kilómetros al norte de Buenos Aires, padecía de parálisis cerebral y pesaba apenas nueve kilogramos cuando murió en un hospital.

La imagen de Pablo, uno de los hermanos de María Rosa, que tiene cuatro años, pesa siete kilos y está afectado por la misma enfermedad, apareció el jueves en la portada de casi todos los diarios del país y también fue motivo de comentarios en la radio y la televisión.

"Según cifras oficiales, en Argentina hay 260.000 casos de desnutrición infantil", declaró a EFE el presidente de la organización no gubernamental Red Solidaria, Juan Carr, que entre otras actividades colabora en el combate contra el hambre.

La causa de la muerte de los infortunados niños fue diagnosticada como "poliparasitosis", pero "no se puede ignorar que lo que realmente los mató fue el hambre, ya que el 85 por ciento de los niños tucumanos padece parasitosis y no se muere de eso", dijo el presidente del Sistema Provincial de Salud, Juan Masaguer.

En Argentina, que alguna vez fue llamado "el granero del mundo", hay gente que pasa hambre a pesar de que en su territorio viven más vacas que personas y que el país es el cuarto exportador mundial de carne bovina, el primero de aceites y el tercero de granos.

El titular de Red Solidaria precisó que de acuerdo con estadísticas elaboradas en 2001 por el Gobierno, 33 niños de entre cero y cinco años mueren por día en Argentina, y de ese total 23 pierden la vida por causas evitables.

"En nuestro país muere un chico cada dos horas por falta de alimentación", alertó Carr.

Tanto en Tucumán como en el resto del país la muerte de los chicos también desató un intercambio de acusaciones y denuncias sobre el destino final de las partidas presupuestarias destinadas a la asistencia social.

El jefe del gabinete de ministros, Alfredo Atanasof, aseguró que habrá "controles más estrictos" para constatar que el dinero que la administración central envía a las provincias para programas asistenciales "llegue efectivamente a las madres y los niños".

"La solución final es que haya trabajo y educación para todos, pero mientras tanto hay que hacer algo", dijo Carr, para luego pedir que "los 18 millones de habitantes que están bien ayuden de alguna manera a los otros 18 millones que están mal".