“Siempre tiene la palabra justa para cada situación”, asegura Ramón Martínez, director de fútbol del gran club español. Y agrega: “Si el Madrid ficha a Ronaldo, Valdano hace una rueda de prensa y dice lo que hay que decir. Si no lo ficha, también sus declaraciones son perfectas. Y sin preparar ningún discurso, a la carrera. Nunca se complica y todos quedan felices si él lo ha dicho. En el club lo consideramos un mago”.

En medio de la tortuosa e interminable ‘negociación Ronaldo’, sobre el cierre del libro de pases, Valdano nos recibió en Concha Espina 1, domicilio legal del club. Siempre deferente, siempre reflexivo pese a las llamadas y reuniones.

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Bueno, eso lo gana Marlon Brando en una película y no nos hacemos esa pregunta. Si el espectáculo produce dinero grande, me parece bien que sean los protagonistas quienes se beneficien. Lo que sí se empezará a notar es una fractura enorme entre los grandes jugadores y los medianos, entre los grandes clubes y los otros. Puede ser que en el futuro esto cree un desequilibrio competitivo.

Es buena. En primer lugar mete al fútbol dentro de la realidad económica, aquí se gastaba más de lo que ingresaba. También es bueno como mensaje social; deja de haber esa exhibición casi pornográfica de números exorbitantes relacionados con el fútbol. Igualmente los números seguirán siendo grandes porque el negocio es grande. El fútbol, dentro de la industria del ocio, es quizá el mejor negocio del mundo en este momento.

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Yo noto más perturbación en el efecto de la fama que en el del dinero. Desde hace 50 años el jugador ha sido siempre muy privilegiado. Alfredo Di Stéfano no ganaba proporcionalmente ni la décima parte de lo que cobra un jugador de hoy, pero en el Madrid de aquellos tiempos era una de las pocas personas apenas mayores de 20 años que tenía un Mercedes Benz. La perturbación se produce en mayor medida por el acoso de los medios de comunicación.

Cuando el jugador se convierte en un producto de consumo universal deja de tener paz. Los medios se sienten con derecho a invadir su vida y quizá por ello el único momento en que el jugador encuentra paz y siente felicidad es desde que empieza un partido hasta que termina.

Valdano cierra el pase de Ronaldo, lo invita a cenar con su familia, atiende a la prensa, contesta cientos de llamadas, pasa 12 horas diarias en el club y mantiene en alto la eficiencia y el talante.
Depende del club y del equipo. Los grupos inmaduros necesitan la autoridad de un hombre de perfil alto y los planteles maduros requieren de un entrenador con sentido común para lograr lo que a mí me gusta llamar ‘el equilibrio ecológico’ dentro de la cancha.

Hacia lo colectivo y hacia lo físico. Cada día penaliza más al jugador frágil y al técnico. De la misma manera que el fútbol resiste en medio del negocio o como resiste en la sociedad, en la calle, en el barrio a pesar de los profetas de la preparación física, que han hecho verdaderas masacres de jugadores, a pesar de los tácticos que pretenden resolver el fútbol en un pizarrón, el talento vive.

Exacto. Da la sensación de que muchos entrenadores están más interesados en el cumplimiento de las obligaciones en el desarrollo de las posibilidades, para decirlo con palabras de Menotti, que dice que el fútbol son obligaciones y posibilidades.

En los procesos de formación se empieza trabajando desde lo colectivo y desde lo destructivo. O sea, da la sensación de que eso gradúa a un entrenador de entrenador: que el equipo sepa presionar. Pero, claro, en la medida en que no sepa desarrollar la técnica para salir de la presión, todos los partidos van a terminar siendo muy luchados.

Se confiesa hincha de Newell’s y dice que no ha archivado al entrenador ni al escritor. “Hoy estoy en esto”. Y cierra con un párrafo sobre el fútbol sudamericano: “Es apasionante, me sigue pareciendo el fútbol más puro de todos, donde hay un arraigo cultural muy grande. Es posible que un hecho lamentable como la dificultad económica y el poco desarrollo social siga convirtiendo al fútbol en un epicentro social y emocional. El último partido que vi allá fue la despedida de Maradona en cancha de Boca y fue para escribir un tratado de sociología y de códigos futboleros, me pareció recuperar la esencia del juego”.
Valdano dixit.