La reciente publicación en España de sus grandes éxitos y, sobre todo, su participación en la última película de Pedro Almodóvar, Hable con ella, parecían ingredientes inmejorables para que Caetano Veloso ofreciera por fin un concierto en Madrid.
En un abarrotado patio central de Conde Duque, con un público entregado desde el primero hasta el último minuto, Veloso convirtió la noche de Madrid, el pasado viernes, en el mejor refugio de la música brasileña. Él pertenece a esa estirpe de artistas que se resiste al paso del tiempo, que no tiene por qué amoldar su música a la veleidad efímera de la industria.
Publicidad
Con 15 minutos de retraso Veloso, acompañado de una banda integrada por un violoncelista, un bajista, un guitarrista, un baterista y cuatro percusionistas, saltó al negro escenario a ritmo de samba. Fue un arranque inmejorable que hizo que el público degustase, aunque solo someramente, el recital y el estilo que vendrían después.
El concierto de Veloso destiló un inconfundible aroma brasileño que consiguió concienciar al público de cuál es la esencia de la samba y la bossa nova. Pero lo mejor ocurrió cuando la banda de Veloso se retiró para dejar solo en el escenario al cantautor.
Publicidad
La soledad puede ser agradable si te acompaña una guitarra, pareció decir el autor de Alegría, porque fue entonces cuando exhibió la maestría de su voz y el sello rítmico que tan inconfundibles hacen sus versos.