A sus 70 años, el optometrista Juan Carlos Arroba disfruta cada momento del día tocando su “armónica sentimental”, como denomina a este instrumento que ha sido su compañero inseparable desde que tenía 14 años. En aquella época tocaba con un grupo de amigos en los bajos del almacén de J.D. Feraud Guzmán, entonces ubicado en Nueve de Octubre 505 y Chimborazo.

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Su mirada brilla y sin reparos en su oficina de la óptica Gil, de la que es propietario desde la década de 1960. Comienza a interpretar hermosas melodías cargadas de recuerdos... Granada, de Agustín Lara; Claro de Luna, de Debussy, melodías de los grandes compositores como Chopin, Beethoven y hasta un fragmento de la ópera Carmen, de Bisset.
Pocos saben de la faceta musical de este hombre, hijo único de los españoles José Francisco Arroba García y Rosa María Arroba García (primos hermanos), aunque desde los 6 años se crió con su tía América Valdivieso, que fue como una madre para él. ¿El motivo? “Porque así es la vida”, responde sin más explicaciones.

Hace dos años grabó dos CD, y hace siete un casete donde están recopiladas melodías de los grandes músicos del mundo entero. Su último concierto lo realizó en el Teatro Centro de Arte hace dos años.

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Chicho Palacios, Daniel Viteri y Pepín Fargas, sus amigos inseparables, también amantes de la música, fueron sus compinches durante décadas, como él mismo lo cuenta: “Con ellos disfrutaba aún más de la armónica. A los 14 años gané un concurso nacional organizado por J.D. Feraud Guzmán. Disputé el trofeo con Pichincha, Manabí, El Oro y Azuay”.

El optometrista

En realidad don Juan Carlos Arroba es conocido en el medio por su actividad en la optometría.

La diferencia entre esta especialidad y la oftalmología es que la primera se encarga del estudio de la parte externa del ojo, la córnea, el cristalino y corrige las anomalías de la visión con el uso de lentes de contacto o con anteojos. El oftalmólogo, en cambio, estudia las enfermedades de la totalidad del ojo y está capacitado para hacer cirugías. Arroba hizo sus estudios de optometría en La Habana, Cuba, por cinco años.

Durante su vida ha logrado recopilar 30 armónicas, un instrumento que dice gustarle mucho porque es muy práctico.
Ha llevado una vida intensa. Conoce muchísimos países, pero tiene especial predilección por Egipto, le cautivan las pirámides y las tumbas de los faraones. En este país ha estado tres veces. Y de cada rincón del mundo ha traído nuevas armónicas y reliquias, entre ellas, relojes (tiene 80 en total) que forman parte de su colección.

Y entre esas cosas exclusivas, que solo un hombre amante de la historia como Juan Carlos Arroba puede tener, están nada menos que proclamas de la época colonial firmadas por Vicente Rocafuerte y hasta por el propio Simón Bolívar.
¿Cómo las consiguió? No dio una respuesta. Solo una mirada de picardía que revela gran audacia para conseguir las cosas y vivir intensas emociones.

Por ejemplo, ser espectador de eventos culturales que para la mayoría quizás habrían resultado imposibles de acceder.
“En una oportunidad se presentaba, en Roma, María Calas, con la obra Madame Butterfly. Las entradas ya se habían vendido con anticipación, pero de todas formas hice fila y dije en la boletería que había perdido mi tiquete. Me creyeron y dije, además, que era de general, para que no preguntaran el número del asiento. Lo mismo hice en Berlín, cuando se presentaba la ópera Carmen, por el año 1974.

“No me podía perder estos eventos y no lo hice. Lo mismo me ocurrió en una ocasión en Argentina. Era el partido de fútbol entre River y Boca, cerca de 1978. Se habían vendido las entradas con dos meses de anticipación y mis amigos me dijeron que no podría entrar. Pues lo hice. Recurrí al mismo truco”.

Avezado, sin duda, y libre de miedos. Con una mente lúcida y un cuerpo que resiste el trabajo diario desde las 10h00, y en ocasiones hasta las 23h00 y 24h00, este hombre en una oportunidad cautivó con su música a todos los ocupantes de un barco en un viaje de placer entre Turquía y Grecia, por la década de 1970.

Y los caminos de la vida también lo llevaron a contraer matrimonio por dos ocasiones. La primera vez se casó a los 28 años con Marina Yépez, de cuyo matrimonio nacieron Juan Carlos, Juan Pablo, Diana y Lissette. Todos dedicados a la optometría, a excepción de Diana, que está radicada en Estados Unidos y trabaja en un banco.
Hace quince años contrajo nuevas nupcias con Marilú Zambrano, con quien ha procreado cuatro hijos: Juan José, de 19 años; Felipe, de 15; Carolina, de 11, y Cindy Marilú, de 8, que es aficionada al piano. Tiene cinco nietos que son su adoración.

El secreto de su éxito
El trabajo constante, esas ganas de seguir adelante y de darle lo mejor a su familia, asegura que ha sido el secreto de su éxito y de su vitalidad. Y es que la optometría no es su única ocupación.

En una pared de su oficina están agrupadas algunas fotos de lo que será una hostería que está construyendo en Pallatanga, la cual tendrá 25 habitaciones. Espera que los trabajos concluyan en seis meses más.
De joven también fue campeón nacional de lucha libre, en 1948; como levantador de pesas formó parte del equipo Liga Deportiva del Guayas, y además ha jugado indor y fútbol.

“Me cuido en las comidas. No fumo, no tomo, me gusta el ejercicio y siempre estar de buen humor. Aunque mi temperamento no es tan calmado, en la óptica, por ejemplo, debo cuidar el mínimo detalle para que los clientes se sientan bien atendidos”.

Un trabajo que comparte con su actual esposa, quien se encarga de la administración de una de las ópticas ubicada en el Policentro.

La óptica Gil, donde también funciona la Clínica de la Visión (Luque y Escobedo), fue fundada en 1932 por Pablo Gil, quien fuera el primer optometrista que vivió en Guayaquil. Juan Carlos Arroba fue muy amigo de él y se la compró cuando cumplió 25 años, luego de haber realizado estudios de la especialidad en el exterior.

La clínica se construiría años después, y actualmente en ella atienden alrededor de 40 personas, entre oftalmólogos, enfermeras y personal administrativo, quienes se encargan de la cirugía, oftalmología, presión ocular, entre otras áreas destinadas a descubrir y arreglar las fallas en la visión.

Juan Carlos fue presidente de la Asociación Ecuatoriana de Optometría y ha organizado cursos prácticos de su especialidad, todo ello, afirma, en beneficio de la comunidad... y por supuesto, de los suyos también.

Identikit
Nombre:
Juan Carlos Arroba Arroba.

Fecha de nacimiento: Guayaquil, 24 de junio de 1931.

Estado civil: Casado en primeras nupcias con Marina Yépez, de cuyo matrimonio nacieron Juan Carlos, Juan Pablo, Diana y Lissette. En segundas nupcias se casó con Marilú Zambrano; hijos: Juan José, Felipe, Carolina y Cindy Marilú.

Sus nietos son: Alfonso Silva, Albert y George Lagomarcini, Adrián y Juan Carlos Arroba.

Estudios: Colegio Borja Lavayen. Hizo estudios de Optometría en La Habana, Cuba, en la óptica Armendáriz por cinco años; en el Instituto Barraquer de Barcelona, España, y tiene cursos de lentes de contacto realizados en México.

Trayectoria: Toca la armónica desde los 14 años. Ganador de premios por esta disciplina musical, se ha presentado en varios conciertos, tiene grabados dos CD y un casete con música de grandes compositores y cantantes del mundo. Actualmente es propietario de la óptica Gil y la Clínica de la Visión.