“¿Quién cree que fue mejor: aquel Barça o el actual Manchester City de Pep Guardiola?”. La pregunta fue de FIFA.com a Paulo Henrique Ganso, en una entrevista con el 10 cadencioso pero finísimo que surgió en el Santos junto con Neymar y que está haciendo una Copa Libertadores excelente con Fluminense. La respuesta del talentoso volante brasileño:

Barcelona. Este equipo del City es extraordinario, pero el Barcelona tenía un once fantástico y un ET, el genio del fútbol mundial. Es simplemente un genio. No puedes evitar admirarlo. Eso fue en 2011. Lo miras ahora, cómo ha evolucionado, y es difícil de creer. Parece mejorar cada año. Fue un privilegio ver jugar a Messi de cerca. Como he dicho, Messi es un ET”.

Más de un siglo esperó la platea universal para ver y aplaudir a la máxima manifestación de fútbol artístico, la más prodigiosa combinación de estética y contundencia que haya conocido este deporte: el Barcelona de Guardiola. Que además no duró seis partidos ni seis meses, fueron años. Empezó en el segundo semestre de 2008, se fue Pep a mediados de 2012 y el fantástico grupo siguió deslumbrando hasta ganar la Champions 2015, ya con Luis Enrique. Incluso tuvo algunos brillantes estertores dos y tres años después. El Real Madrid lo sabe bien, lo sufrió horrores. Cuando le sonaban los violines podía aplastar a cualquiera. Aun sin Pep. El ADN estaba impuesto y Messi se encargaba de hacerlo respetar, aun con intérpretes menores.

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Ahora asistimos al dominio universal del Manchester City, que en los últimos seis años acumula cinco Premier League, 4 Copa de la Liga, 2 Copa Inglesa y una Champions. También con un fútbol excelso y arrasador en el torneo más atractivo y exigente del mundo.

El denominador común es Pep Guardiola, creador de ambas formaciones. Ya había ganado el City antes de Guardiola, con Roberto Mancini y con el ingeniero Pellegrini en el banco, aunque no con el mismo estilo exquisito. En quince años, el extraordinario DT catalán creó el mejor once de la historia y otro que pretende escribir un capítulo inolvidable.

Repetimos la pregunta: ¿cuál de los dos fue mejor…? Coincidimos con Ganso: sin duda el primero, por la calidad de los actores. Para empezar, Messi, ubicado unánimemente por exjugadores, entrenadores y especialistas entre los tres mejores de todos los tiempos junto con Pelé y Maradona; para este cronista, sin dudarlo, el número uno. Un Messi de 21 años que era la bomba atómica desde la punta derecha o como falso 9. Xavi, el mejor futbolista español de cualquier época, en función de conductor, un sabio de la pelota. A su lado y conformando el tridente mágico con ambos Andrés Iniesta, tocador genial, capaz de tejer las maniobras más finas e inverosímiles en la espesura del área, pasando por el ojo de una aguja. Un creativo fabuloso. Delante del trío, Samuel Eto’o, David Villa, Thierry Henry, Pedro. Detrás, el cerebro: Sergio Busquets; a su costado derecho, el fenomenal Dani Alves, quien pudo ser un notable número 10, pero fue lateral derecho. Custodiando la casamata, la fuerza y la entrega de Carles Puyol, zaguero impasable, atleta de una determinación notable, capitanazo. A su lado, Piqué, defensa fino en la salida y excepcional en el juego aéreo. Y acompañando, alternando, Yaya Touré, Ibrahimovic, Mascherano, Abidal, Rafa Márquez, Cesc… Tantos buenos.

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Se dio un suceso inusual: surgieron de la cantera tres monstruos que además estaban hermanados por el preciosismo de su juego, por su entendimiento casi a ciegas, Xavi, Iniesta y Messi. A ellos se sumaron Puyol, Busquets, Piqué y el arquero Víctor Valdés, todos unidos por un catalanismo palpable y una idea de juego: posesión, toque, pelota al pie, nunca regalarla, búsqueda ofensiva constante y presión asfixiante en la recuperación cuando se perdía el balón. Se calculó que, en promedio, el Barça recuperaba la pelota a los 7 segundos de haberla perdido. El rival desesperaba, la agarraba poquito. Así bailaron al mundo entero. Y así conquistaron 31 títulos entre 2009 y 2021. Ya al final solo quedaban Messi, Piqué y Busquets. Fue una estela de gloria, festivales de toque, paredes, lujos y goles. No puede existir un átomo de duda: es el mejor equipo de la historia del fútbol. El Real Madrid ganó, en ese lapso, cuatro veces la Liga de Campeones de Europa, y tuvo excelentes individualidades, pero muy lejos de la calidad de juego de conjunto de los azulgranas. También el Bayern y el Liverpool descollaron furtivamente, aunque no resisten comparación. Y en el pasado se jugaba otro fútbol, más lento, con menos marcas, con menor grado de dificultad. La excelencia de aquel Barça le sirvió a España para ganar su único título mundial, en 2010, con seis titulares fijos marca Camp Nou: Puyol, Piqué, Busquets, Xavi, Iniesta y Pedro. Ganó jugando a lo Pep.

En las seis temporadas con el City (acaba de comenzar la séptima), Guardiola lleva conquistados quince títulos, sin embargo, quizás más que eso ha impuesto su sello de buen gusto al juego inglés que otros comenzaron a copiar. El Arsenal y el Brighton juegan como el equipo ciudadano y, de a poco, otros intentan seguir el modo. Sería la huella más honda y grande del catalán: cambiar un fútbol que durante 150 años ha sido casi elemental: frontalidad absoluta, transiciones rápidas, abrir a las puntas, centro y entrar a la montonera buscando el cabezazo. Pese a la pulcritud y al cuidado del balón, el City ha sido una aplanadora: en 2018 batió el récord de puntos ganados para un campeón de la Premier League: 100. Con propina: 106 goles marcados y apenas 17 recibidos.

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En estos años británicos, Guardiola ha contado con figuras excelsas como Kevin De Bruyne, Ilkay Gundogan, David Silva, el Kun Agüero, Bernardo Silva, últimamente el fantástico mediocentro español Rodri, Erling Haaland, Riyad Mahrez, Fernandinho, Vincent Kompany, Gabriel Jesús, Sterling, Phil Foden, John Stones, Ruben Días… Buenos, aunque muy lejos de aquellos astros que iluminaron Cataluña, España, Europa y el mundo. Ya lo catalogan como el mejor equipo inglés de siempre. No obstante, el City de Pep aún tiene más cosas que decir.

El punto es Guardiola. Se lo acusa de no haber sido campeón de Europa con el Bayern. Ganó las tres Bundesligas que disputó, una Copa de Alemania, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes. Pero nunca la Orejona, es verdad. También es cierto que las tres veces que la disputó llegó a semifinales. En 2014 perdió con el Real Madrid (campeón), en 2015 con el Barcelona (campeón) y en 2016 con el Atlético del Cholo Simeone (subcampeón). Cambió la idea del fútbol panzer alemán, reemplazó la potencia por el toque y la posesión.

Lo explicó Thierry Henry: “A mí Guardiola me desprogramó y me reprogramó”. Y agregó: “Aprendí a jugar de nuevo a los 30 años. Después de lo que había conseguido al nivel del Arsenal, Mónaco, Juventus y con Francia, vi y comprendí el juego de una manera diferente. Entendiendo el espacio, quedarse en tu posición, dar el 100 % en todo, incluso cuando frenábamos para tomar agua tenías que volver corriendo. Cada pequeña cosa... su atención a los detalles, todo”.

Pero estos son cinco centavos aparte, la pregunta aquella tiene respuesta inmediata. Si se enfrentan el Barça de Pep y el City de Pep gana el primero. Por goleada. (D)

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