Galo García aún recuerda cuando de pequeño irrumpía en las largas jornadas de trabajo en el taller de costura de su abuela. Era tal su emoción al ver las creaciones en tela que confeccionaba su amada abuela que a veces se quedaba sin palabras, simplemente se perdía en los colores, los diseños, y en especial en esos moldes de costura “difíciles de entender”.