El haber crecido en un ambiente económicamente difícil y su pasión por la música fueron factores determinantes que impulsaron a Dante Anzolini a convertirse en músico, y no en cualquiera, se propuso ser siempre el mejor. “Yo venía de una clase social mucho más baja que muchísimos de mis músicos. Yo ahorré años para comprarme mi primera viola. Mi abuela chilena me compró –luego de cinco años de ahorro– mi piano horrible...”, cuenta el director artístico de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSG).

Ahora convertido en un laureado director orquestal, y a punto de cumplir un año como titular de la sinfónica local, el argentino ve cristalizado uno de los proyectos que propuso en su plan para el cargo. En mayo próximo se iniciarán las audiciones para jóvenes músicos, de entre 15 y 23 años, para conformar no solo una orquesta sinfónica joven para Guayaquil, sino un semillero.

“Lo que quiero ofrecer es una educación mucho más amplia que lo que tradicionalmente es el estándar en un trabajo de orquesta joven que se refiere casi exclusivamente a la técnica musical... Yo no quiero que sea solamente eso, a mí no me parece ni siquiera prudente”, dice el músico que estudió en Estados Unidos, Austria y Berlín.

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Considera que la educación musical –por lo menos en su semillero– debe tener un enfoque mucho más humanista.

“Yo creo que un joven tiene que nutrirse de conocimientos sobre psicología, sobre filosofía, sobre historia del arte, sobre matemáticas, sobre ciertos conceptos de física que también deben ser comprendidos y que después van a ser aplicables al estudio de la acústica y sobre todo yo creo que hay que dar una visión del mundo humanista que implique una conexión con otras artes”.

En el plan que Anzolini, quien para el 27 de abril prevé estrenar La Boheme –un programa de ópera parte de su propuesta como titular artístico–, explica que el semillero no solo se centrará en ensayos, sino también en conferencias que dará él mismo. Agrega que maestros de los colegios República de Francia y del Alemán Humboldt se unirán también a estas clases para complementar los conocimientos de los futuros miembros de esta sinfónica juvenil, para la cual aún no ha decidido un nombre.

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Refiere que una vez pasadas las audiciones buscará que el Ministerio de Educación avale con certificados de homologación el proceso musical de estos jóvenes, que en un principio ensayarán en el quinto piso del Centro Ecuatoriano Norteamericano (CEN) de Guayaquil, que es otro de los aliados de este proyecto que –si bien es cierto nace de esta propuesta de Anzolini para la Sinfónica local– será administrativamente independiente de la OSG.

“Yo me estoy moviendo con apoyo externo (al Ministerio de Cultura y Patrimonio) y privado para la consecución de estos fines y gracias al cielo en Guayaquil hay mentes brillantes y personas de un altruismo fuera de lo común”. refiere Anzolini.(F)

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La cuestión que me parecería más gravitante desde el punto de vista cultural, es crear un semillero y una oportunidad para los jóvenes, porque de esa manera –sea como sea– al plantar esa semilla, en el futuro, cuando quizás no esté aquí, va a quedar una estructura cierta que va a ser un beneficio para la ciudad y para el país ”.Dante Anzolini, Director de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil