Quinto día: Magníficat: Un canto al amor

MONICIÓN INICIAL

La Novena nos lleva hoy hasta la montaña de Judá, donde la Virgen María, que se ha desplazado, desde Nazaret, para encontrar a su pariente Isabel, le ayuda a entender algo más del misterio que está escondido en ella: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”.

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La reconoce con un cántico, eco de los cánticos de antiguas mujeres llamadas por Dios. Y bendice al Señor con el Magníficat que meditaremos este día.

ORACIÓN INICIAL

PALABRA DE DIOS Lc 1,46-56

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“En aquel tiempo, dijo María: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi Salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. 

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.

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Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre. 

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa”

 

REFLEXIÓN
María se siente objeto de un amor tan grande, que no puede ni entender ni desear. Siente que Dios ha sido demasiado generoso con ella, por eso sus primeras palabras son de estupor. “Yo tan pequeña he sido escogida para una misión tan grande. No me parece real, pero lo acepto, porque sabe Dios lo que quiere de mí.”

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Sin embargo María no se queda contemplándose a sí misma; entiende que es parte de un plan mucho más grande que implica la historia de su pueblo y la de toda la humanidad. Reconoce que el Señor que ha creado el mundo y que ha llamado al pueblo de Israel a ser un signo de salvación entre todos los pueblos de la tierra, ahora la ha escogido para que esta misión se cumpla mediante su Hijo.

Si tenemos conciencia de lo que ha sido para nosotros el bautismo que hemos recibido, tendríamos que cantar también al Señor con las palabras de la Virgen María, porque a nosotros también el Señor nos entrega una misión de amor parecida a la de la Virgen: hacer que Jesús encuentre un ambiente favorable, acogedor, hospitalario, para nacer en tantos corazones y pueda así transformar, con su presencia, el mundo.

S. E. Mons. Lorenzo Voltolini
Arzobispo de Portoviejo
Presidente Comisión de Liturgia

DIÁLOGO Y COMPROMISO

El tema de este día es el “Magníficat”, el Himno con el que la Virgen María alaba a Dios. Recordemos algunas frases de este precioso Himno. ¿Alabamos nosotros a Dios? ¿Cuándo lo hacemos? ¿Qué ejemplo nos da la Santísima Virgen?

Compromiso
A lo largo de nuestra jornada, reunámonos como familia para orar juntos: santo rosario, bendición de los alimentos, acción de gracias antes de dormir.

Valor a vivir
La humildad y ternura.

PETICIONES
Con María Santísima, proclamemos la grandeza del Señor, agradezcamos las maravillas que ha hecho en la Iglesia y en nosotros y digámosle: Que todos los pueblos te alaben, Señor.

- Que tu Iglesia proclame tu gloria y anuncie la Buena Nueva del Evangelio hasta en los confines del mundo. Oremos.

- Tú que hiciste a María Madre de misericordia, haz que todos los cristianos anunciemos con nuestras obras la alegría de la salvación. Oremos.

- Por los niños, para que a imitación de los niños de Jerusalén el Domingo de Ramos proclamen “Hosana, bendito Jesús que viene en el nombre del Señor”. Oremos.

- Se pueden añadir otras peticiones espontáneamente. 

Concluyamos nuestras peticiones diciendo: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

ORACIÓN FINAL
Que nos bendiga y nos guarde el Señor nuestro Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. (F)