En la comunidad de Pumayacu existe una piedra muy grande que tiene grabadas las pisadas de un puma. Cuentan los rucu yayas (abuelos) que este es el sello que antiguamente colocaban los felinos procedentes de la cordillera de Napo-Galeras cuando bajaban a las comarcas en busca de sus víctimas.
Durante el atardecer de un fuerte verano, varios pumas llegaron sorpresivamente a Pumayacu y empezaron a merodear por la ribera del río. Una hermosa y joven mujer que estaba en el último mes de embarazo había acudido al río en busca de agua para preparar la chicha y fue presa fácil para los felinos que se la comieron. En el vientre de la joven encontraron dos niños; mas, como los pumas estaban repletos, colocaron a los pequeños en una ashanga (canasta) para comérselos al día siguiente.
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Los niños tenían un origen divino, habían sido enviados por la diosa Quilla (luna) para salvar a los hombres del dolor y de la muerte que los venían atormentando. Al llegar al nuevo día los gemelos habían crecido de forma tal, que ya eran unos adolescentes y se llamaban entre sí Astro y Lucero. Fácilmente escaparon de los pumas y planificaron la manera de cumplir con su misión, acabando con tanta muerte y dolor, al mismo tiempo de vengar la muerte de su madre terrena.
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Primero construyeron un puente colgante sobre el río, al que le hicieron los tramos del medio muy frágiles; cuando los pumas retornaban en la noche, estos cayeron al agua, pero lograron salvarse nadando. Al darse cuenta de la trampa, los animales persiguieron a Astro y Lucero, quienes se dirigieron a la cordillera de Napo-Galeras.
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Cuando estaban frente a la inmensa cueva que servía de madriguera a los pumas, para poder ingresar sin ser detectados los jóvenes se convirtieron en felinos. Astro entró corriendo primero y fue a taponar con una inmensa piedra la salida trasera de la cueva; Lucero esperó a que ingresaran sus perseguidores y una vez que todos estuvieron adentro tapó con otra roca la entrada de la caverna. La oscuridad invadió el interior de la cueva; las bestias rugieron de terror, impotencia y desesperación, allí estaban encerradas todas, abandonadas a su suerte. Al caer la noche un rayo concentrado de luz que venía desde la Diosa Luna, envolvió a los dos jóvenes, que ascendieron por él para ir a su encuentro. (F)
Fuente: misteriosuspenso.blogspot.com
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