A pasos lentos pero firmes avanza doña Maggi Webber, abuela de Geraldine Meitzner, la joven que el pasado sábado fue elegida Reina de Guayaquil 2016 entre 18 candidatas. Y abre la puerta para que el equipo de este Diario acceda a la intimidad de su hogar.

“Hola, chicos. Ya estoy lista. ¡Bienvenidos a mi casa!”, expresa la soberana mientras baja las escaleras con un vestido blanco que permite destacar su cabello rubio rizado. La corona y la gargantilla oficiales yacen en una mesa. “Ponte la corona, hijita, para la foto”, sugiere la abuela y se suma al grupo familiar que posa para la cámara.

Se acomoda en un mueble y sin dejar de sonreír, Meitzner atiende nuestra entrevista acompañada del calor de su familia. “Ellos lo son todo para mí. Mi abuelín me acompañó a todas las reuniones del certamen. La noche de gala (sábado) los nervios me consumían, cuando Belén Cedeño (Reina 2015) me cogió las manos para darme la corona, no lo podía creer. Mi familia estaba haciéndome barra al pie de la pasarela. Yo lo resumo en amor”, recuerda y sostiene que este sentimiento debe prevalecer en los hogares guayaquileños.

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Las candidatas María Belén Ortiz y Mayi Zambrano fueron elegidas Virreina de Guayaquil y Estrella de Octubre, respectivamente.

“Los jóvenes necesitan el calor del entorno familiar para no buscar refugio en cosas dañinas”, reflexiona Meitzner respecto del consumo de drogas.

La noche de la elección, el jurado le preguntó cómo fomentaría el Centro de Arte Integral (CAIR) de la Municipalidad de Guayaquil. Ella consideró que el CAIR es un método de prevención e inclusión de niños a través de actividades artísticas. En la gala, Meitzner lució un diseño elaborado por su madre, Geraldine Webber.

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“Trabajar en los más pequeños es ganar tiempo. Ellos son nuestro futuro. Por ejemplo, uno de los artes es la pintura. Al colorear una mandala, el niño también desahoga frustraciones que mueren en el papel”, sostiene, y se emociona al recordar que desde niña le gustaba pintar arte abstracto. “Cómo manchaba las paredes de la casa”, rememora el papá mientras graba con su celular. “Sigue siendo mi pasatiempo favorito”, complementa ella.

La reina diamante, como se denominó este año a la ganadora por ser la soberana número 60, compara a Guayaquil con su casa y menciona que su arquitectura es única. “Cuidemos nuestro centro histórico, que los extranjeros sigan enamorándose de nuestra ciudad”, propone con seriedad.

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Y hace otra recomendación: “Recordemos que cada uno de nosotros hacemos brillar a Guayaquil con nuestro amor, esfuerzo y trabajo”. Luego se excusa para cambiarse de atuendo y su ‘abuelín’ sugiere un par de prendas.

Los apellidos de la reina son anglosajones. Cuenta que su abuelo al visitar Guayaquil y conocer a su abuela se quedó para siempre.

Meitzner tenía hasta ayer 6.711 seguidores en su cuenta de Instagram. Afirma que con sus publicaciones, en las que frecuentemente se la ve con libros, busca fomentar el hábito de la lectura y recomienda El alquimista, de Paulo Coelho, porque habla del camino espiritual para ser mejores personas. (I)