Las tonadas del pingullo (flauta tradicional) y el tambor del pingullero daban, el domingo último, el ritmo para que yumbos, diablos y capariches (personajes tradicionales de las fiestas en la Sierra) se dispersen por las principales calles de la parroquia de Amaguaña, en el suroriente de Quito, para festejar la quincuagésima sexta edición del denominado Corso de Serpentinas y Flores o Carnaval de Amaguaña 2016.