Los expertos que la estudian pronostican que podría extinguirse en los próximos doce años, tal vez en menos tiempo, si no se actúa para revertir el daño que el hombre le ha causado talando indiscriminadamente los bosques nativos –que le impide poder anidar en los agujeros de árboles como el pijío– o capturándolo para su comercialización como mascota.