Desde uno de los balcones del hotel Humboldt (ahora edificio de bodegas de la Bahía), con una amplia y majestuosa vista del río Guayas de fondo, el actor mexicano Andrés Soler declaró a EL UNIVERSO: "Ya saben ustedes que tengo corazón guayaquileño".

Ocurrió el sábado 17 de septiembre de 1955. Ese día llegó a la ciudad junto a su compatriota, la afamada María Félix, al aeropuerto de la ciudad, donde la masiva presencia de fanáticos los esperó para saludarlos y pedirles autógrafos.

Guayaquil recuerda seis décadas de la visita de estos dos íconos del arte mexicano y latinoamericano, que se presentaron como el plato fuerte del programa que presentó Cine Presidente. Ahora, convertido en un lugar de proyección de películas para adultos, en aquel entonces se promocionaba como el "único teatro en el Ecuador con aire acondicionado".

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Prohibido para menores se tituló el sketch cómico que protagonizaron junto a los talentos nacionales Paco y Teresita Villar.

Era la primera vez que un teatro presentaba sonido de alta fidelidad. Para el espectáculo, los asistentes cancelaron 7 sucres (menos de un centavo de dólar al cambio) por verlo desde la Galería y 30 sucres (un centavo) por estar en Platea y Mezzanine.

Previo a presentarse, María Félix y Andrés Soler recibieron a un grupo de periodistas locales en la planta baja del hotel Humboldt. La crónica, publicada el 18 de septiembre de 1955, destaca que ambos fueron amables con los comunicadores y ofrecieron una "interesente entrevista".

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Solo hubo un momento en el que La Doña cambió su "voz suave" por una "firme" para dirigirse a varios admiradores que habían logrado ingresar a la sala y que pugnaban por un autógrafo: "Pues, ¿me entrego a los periodistas o firmo autógrafos?".

La publicación de EL UNIVERSO indica: "Solamente así se calmó el entusiasmo de aquellos admiradores, muchos de los cuales eran extranjeros".

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María Félix (1914-2002) filmó más de 40 películas, entre las que destacan Enamorada, Doña Bárbara, La Cucaracha, La mujer sin alma, Que Dios me perdone, Mare nostrum y La Valentina.

También fue conocida como María Bonita, por la canción de ese nombre que le compuso uno de sus esposos, Agustín Lara.

Andrés Soler y sus "sobrinos carnales guayaquileños"
En otro punto del hotel, en aquel balcón que mostraba el extenso río Guayas, Soler habló con Rodrigo Chávez González, amigo suyo y quien escribió en EL UNIVERSO bajo el seudónimo de Rodrigo de Triana.

Quien interpretara al general Nemesio Garza en La Escondida (1956), película en la que también apareció María Félix, confesó que se sintió como en casa durante su estadía en Guayaquil, ciudad en la que vivieron familiares suyos.

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"Ya saben ustedes que tengo un corazón guayaquileño. Aquí llegamos muy jóvenes, cuando hacíamos 'pinitos' (primeros pasos) en el teatro y cuando nuestra juventud primera tenía ancho el corazón para buscar y conservar amigos, con esa comprensión de la cuasi niñez que vivimos, siguiendo los pasos del maestro que fue nuestro padre... (Domingo Díaz Soler)", afirmó Soler, nacido en 1898 y fallecido el 26 de julio de 1969.

Rodrigo de Triana complementa la expresión de su entrevistado, al escribir: "Y aquí no pudo menos que descubrir natural emoción. Todos recordamos enseguida a don Domingo Díaz Soler, que tantos amigos tuvo hasta su muerte, cuando incluso fue el apoderado y administrador del teatro Sucre, en Quito, en tiempos en que sus hijos estaban ya en España triunfando como embajadores americanos de arte ante la madre patria".

Andrés Soler recuerda en la entrevista que su hermana Irene conoció en Guayaquil el amor y formó aquí su hogar. "Y mis sobrinos son todos nacidos y educados aquí", agregó.

También "lamentó la muerte de Augusto San Miguel (considerado precursor del cine nacional), del que recordó su bohemia incurable", menciona el reportaje.

"He llegado a un hotel pero me siento en mi casa, como si llegara a la Villa San Bernardo, de mi hermana Irene", dijo un nostálgico Andrés Soler, quien dejó plasmada en esa entrevista un mensaje que parece resonar con el mismo afecto de hace seis décadas: "Sin olvidarme de Quito ni Cuenca ni de Riobamba o de Ambato, quiero que ustedes sean portadores de un saludo, a nombre mío y de mis hermanos ausentes, para este 'Guayaquil de mis amores', como dice la canción de ustedes, que jamás he olvidado". (I)

("Guayaquil de mis amores", interpretado por Julio Jaramillo)

 

"Ah, la ría! Nosotros hemos cambiado, nos hemos envejecido alguito, pero esta ría anchurosa y cordial que acogiera nuestros paseos dominicales en lanchitas o yates, sigue tan joven y riente como ayer, frente a este malecón que se remoza (se robustece), pero que guarda para los viejos amigos el recuerdo de su pintoresco paisaje". Andrés Soler a EL UNIVERSO el 17 de septiembre de 1955.

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