Resulta que al creador del ratón Mickey le gustaban los gatos extravagantes. Además de su amor por el entretenimiento sano, Walt Disney tenía un aprecio por lo excéntrico que lo llevó a una sociedad efímera y una amistad de décadas con el artista surrealista Salvador Dalí.

Aunque sus estilos y personalidades eran radicalmente diferentes, Disney y Dalí compartían una fascinación por lo fantástico. Poco después de la Segunda Guerra Mundial unieron sus vívidas imaginaciones para trabajar en la cinta animada Destino, que se completó cuando ambos habían muerto.

Aun después de que abandonaron el proyecto, ambos artistas se mantuvieron en contacto e incluso viajaron el uno a la casa del otro, compartieron historias sobre su afición a la pesca y discutieron periódicamente planes para hacer una película basada en Don Quijote. Ese sueño nunca se materializó. Disney murió en 1966. Dalí, tres años menor, falleció en 1989.

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El improbable lazo entre el cerebro creador de Disneylandia y el pintor español de imágenes distorsionadas es el tema de una exhibición que estará abierta del 10 de julio al 3 de enero en el Walt Disney Family Museum en San Francisco. Luego pasará al Museo de Dalí en St. Petersburg, Florida.

La muestra incluirá guiones gráficos de Destino, cartas, grabaciones de voz y arte rara vez visto, incluyendo un dibujo de Don Quijote que Dalí hizo para Disney en 1957 adentro de un ejemplar de Macbeth de Shakespeare.

Disney ya había sentido fascinación por Dalí. Tras leer la autobiografía del artista, le envió su ejemplar en 1944 para que se lo autografiara. También sugirió que Dalí trabajara en una cinta de animación al estilo del musical de Disney de 1940 Fantasía. La sociedad no se logró sino hasta finales de 1945.

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Destino se completó en el 2003. En esta producción se incluyen imágenes daliescas de plantas con ojos, hormigas que se transforman en hombres con boinas en bicicleta y una bailarina de ballet que se saca la cabeza y se la lanza a un beisbolista que blande un bate. (I)