Siempre le atrajo la filmación, la fantasía, la animación, por eso a la más mínima oportunidad no dudó en abandonar su ingeniería en Administración de Empresas por el cine, esa carrera que le apasiona y que hasta el momento le ha dado más satisfacciones que dinero.

Segundo Fuerez, ganador del Colibrí 2015 en la categoría mejor producción de lengua originaria, salió de la comunidad indígena Yambiro, aledaña a Otavalo, ubicada a 20 minutos de la ciudad en vehículo, un lugar en el que la población habla quichua en su totalidad.

¡Claro! Conocen el español, pero la comunicación es en lengua nativa, indica Fuerez, quien detalla que en su pueblo el castellano solo sirve para relacionarse en Otavalo.

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El joven cineasta (24 años) no lleva mucho tiempo en el séptimo arte. Apenas hace cuatro empezó a enrolarse en este y casi por casualidad, pese a su afición desde niño. Cursaba la carrera de ingeniería en la Universidad de Otavalo. Estaba en cuarto nivel cuando cayó seducido por una convocatoria del Instituto Superior Tecnológico de Cine y Actuación (Incine) para hacer un taller panorámico en Otavalo.

Quienes sobresalían obtendrían una beca para estudiar cine. Y ganó. Pero su primera experiencia con la imagen fue a los 18 años.

Fuerez recuerda una anécdota a sus 8 años. Su profesor llevó a su paralelo para que vea una película animada y desde allí hubo mucho interés de su parte. En sexto curso armó su grupo de amigos para hacer un audiovisual.

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Con sus hermanos y gente de la misma comunidad viajaron a una montaña para empezar a filmar. Llamó al trabajo Yaku Wiky (Lágrimas del agua). Fue una historia de contaminación del medio. Lo definió como desastre, pero le permitió conocer gente del medio y presentar el filme en Otavalo; y así trató con más gente como Alberto Muenala, quien es el productor de Kuychi Pucha, ganador del premio Colibrí en lengua originaria.

Después produjo un cortometraje con el mismo nombre de su película juvenil (Yaku Wiky), de animación, que dura 12 minutos. Surgió como trabajo de clase de la universidad. Hizo el cortometraje y rodó por varios festivales internacionales, ganó varios premios, cuyos nombres no recuerda. Y conoció más gente.

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Los premios hasta ahora obtenidos no le han dejado réditos económicos y para alguien que salió de una comunidad y un hogar pobre “las estatuillas solo motivan”, pero no auxilian en el poder adquisitivo, indica un tanto apenado Fuerez.

Recuerda que el primer premio fue en el Festival Nacional de Cine Kunturñawi (2009) y por eso siguió presentándose en otras citas. Se siente orgulloso de su trabajo, contento por los logros obtenidos. (I)