Entre los sectores populares indígenas y mestizos de la Sierra central está difundida la creencia de que el Chimborazo tiene por costumbre fecundar de manera subrepticia a las mujeres que duermen en sus faldas u orinan en sus dominios. Cuando llega el tiempo del parto, los niños nacen con piel y cabellos blancos y huesos de marfil, es decir, albinos, a quienes llaman también hijos del cerro.